En lunes Santo se fundó la Villa hace 450 años
Juan Maldonado y Ordóñez de Villaquirán fundó la ciudad de San Cristóbal, el lunes Santo, 31 de marzo de 1561. Hace hoy 450 años. ( José Luis Guerrero S.)
Hoy jueves -31 de marzo de 2011-, San Cristóbal celebra los 450 años de fundada. La tarea emprendida por el conquistador español Juan Maldonado y Ordóñez de Villaquirán, ordenada por el Cabildo de Pamplona, en el Nuevo Reino de Granada, hoy Colombia, se cumplió como se había previsto.
Ese día, los indígenas del Valle de Santiago o del pueblo de las auyamas, vieron llegar a los españoles a sus tierras. Para los primeros, comenzaba una cadena de sucesos que alteraron su cotidianidad, su forma de vida; para los segundos, representaba la conquista, el conocer nuevas tierras, para adueñarse de ellas y aprovecharse de sus riquezas naturales, sin importarles nada.
Doce años antes, el primero de noviembre de 1549, los españoles habían hecho lo mismo al oriente de Bogotá. Nacía Pamplona, en medio de las montañas. Había una necesidad urgente de encontrar una vía para salir al mar. Buscaban las rutas del Atlántico, y los recursos naturales de mucho valor comercial, como el oro y la plata.
Las expediciones hacia el territorio que hoy ocupa Venezuela no cesaron. Los españoles, venidos de Pamplona, continuaron su camino y en su recorrido por las montañas de los Andes, el capitán español Juan Rodríguez Suárez, el 9 de octubre de 1558, funda la ciudad de Mérida. Lo hace sin orden Real, es decir, por decisión propia.
Con el paso de los días, la noticia llegó a Pamplona. Fue considerado un abuso de poder del capitán español, una ofensa para las autoridades, quienes ordenaron al también capitán español Juan Maldonado y Ordóñez de Villaquirán ir en su búsqueda y apresarlo.
Maldonado así lo hizo, cumplió la orden emitida y en su recorrido hacia Mérida pasó por el Valle de Santiago, como lo bautizó Rodríguez Suárez, quien al llegar al sitio donde hoy está Zorca, el 25 de julio de 1558, quedó impresionado por la belleza natural del lugar. Lo llamó así en honor a un pescador, uno de los doce apóstoles que acompañó a Jesús en Jerusalén, que celebra esa fecha en el calendario de la Iglesia.
Antes, Alonso Pérez de Toloza bautizó esta zona como el “pueblo de las auyamas”, por la abundancia de este fruto en el camino recorrido.
Para la Villa de San Cristóbal todo empezó, según las actas revisadas por los historiadores, el dos de enero de 1560, cuando el Procurador de Pamplona, Francisco Sánchez, solicitó a los integrantes del Cabildo de esa localidad "poblar una villeta de cristianos" en el camino hacia Mérida.
En una reunión de las autoridades locales, el Procurador argumentó: "hacer y poblar una villeta de cristianos para asegurar el camino de Mérida y que dichos indios estén en paz y vengan al conocimiento de la fe cristiana".
Las autoridades de la época discutieron las fortalezas que varios expedicionarios españoles habían visualizado entre Pamplona y Mérida, pero se hacía necesario fundar una comunidad intermedia, para garantizar el descanso, la alimentación de las personas en el largo recorrido, además de la protección ante las amenazas del indígena, que luchó por la defensa de los suyos.
A Juan Maldonado, el Cabildo de Pamplona le asignó la tarea. El partió, en caravana, a comienzos de 1561. Lo hizo con 19 hombres montados a caballo, 11 vecinos y ocho soldados, según documento publicado en el boletín 164 de la Academia Nacional de la Historia, en 1958. Venían cargados de jaulas con gallinas y palomas, vacas, bueyes, asnos, cerdos, cabros y otros animales domésticos, la mayoría desconocidos al otro lado del río Táchira.
En su recorrido, la caravana se enfrentó a varios grupos de indígenas, como los Quinimarí, "quienes dejaron ver sus armas para defender sus espacios y a su gente..." Estos no fueron tan pacíficos como otros indígenas, que sí les dieron frutos, yuca, maíz, frijoles, a los desconocidos, quienes luego, con el paso de los años, los someterían a la fuerza.
El lunes Santo
Era lunes Santo. Juan Maldonado cumplía 53 días de camino, en los viajes y reconocimientos.
En el libro "Ciudad de San Cristóbal viajera de los siglos", el cronista de la ciudad, J.J. Villamizar Molina escribió: "en caravana suben hasta una sabana alta, despoblada, cuesta de la otra banda del río principal que atraviesa por medio del Valle -se refería al río Torbes-... donde los expedicionarios, horas más tarde, talaron un pedazo de tierra... el conquistador viene cubierto de sus armas, resplandeciente de orgullo, soberbio de majestad, para fundar la Villa de San Cristóbal del Nuevo Reino de Granada de los Indios del Mar Océano".
El conquistador "hundió su báculo florido en medio del trazado que demarca la Plaza Mayor, la cárcel, el cabildo y la iglesia,"donde hoy está la plaza que lleva su nombre y se levanta la iglesia Catedral, cuna del patrono San Sebastián. Las demás estructuras desaparecieron y sus espacios están ocupados por el Edificio Nacional, construcción del siglo pasado.
Con el paso de los días, los indígenas se enfrentan a los extraños visitantes. El cronista fray Pedro de Aguado escribió que los aborígenes "ninguna cosa traen en sus cuerpos, mas todos los varones andan desnudos en carnes, por honestidad traen el miembro genital atado a una cabuya o hilo que llevan ceñido por la cintura... viven en lugares de ocho a 10 bohíos, juntos, y es raro que lleguen a 20. No tenían jefes o caciques, no veneraban a ningún Dios..."
La primera sociedad urbana, escrita en las actas de los nuevos hombres venidos desde Pamplona, indica que Nicolás de Palencia, Alonso Durán, Antón Esteban, Francisco Fernández, Pedro Gómez Orozco, Alonso Carrillo, Francisco Sánchez, Gonzalo Rodríguez, Miguel Lorenzo, Juan Martín de Albercón y Nicolás Nieto, junto a los ocho soldados, poblaron la villa, que en esos tiempos quedó escrita"... poblada dicha villeta de Sant Cristoval".
Con el paso de los días, todos los vecinos se marcharon. Estaban cansados de los enfrentamientos y la pobreza, pero sí se aprovecharon de las tierras y los cultivos de los indígenas. Sólo quedaron algunos soldados y otros nueve más que entraron a la villeta, luego de haber sido fijados sus términos.
Son ellos quienes, con el paso de los años, serán los primeros encomendadores, responsables de cuidar a los indígenas repartidos, como si se tratara de objetos. A los nativos se les impuso una lengua, una religión, una cultura, nuevas formas de vida. Así, todos los sometieron a la fuerza, asesinaron a sus familias, les despojaron de sus tierras y obligaron a realizar trabajos forzosos.
Juan Maldonado, al fundar la Villa la bautizó como su ciudad natal, en recuerdo de los espacios salamantinos, españoles, donde nació y vivió hasta los 15 años, cuando partió al nuevo mundo. La llamó San Cristóbal.
A las semanas, Maldonado también se fue. No permaneció por mucho tiempo en la nueva villeta.
Para algunos historiadores, él nunca quiso estar en la Villa. Decidió hacer su vida en Pamplona, donde murió, ocupando el cargo de alcalde.
Un año después, las necesidades más apremiantes señaladas por el Procurador Sánchez para la fundación, que fueron económicas, comunicacionales, jurisdiccionales y jurídicas, se habían cumplido. Comenzaba a consolidarse la Villa.
Preocupa a las autoridades porque no va a la par con el aumento de los servicios