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lunes, 20 de abril de 2020

El Samán Sembrado por El Libertador

*Hoy está de Cumpleaños el Árbol de la Libertad*

Autor: Profesor Pedro A. Fressel G.
*Un poco de Historia de nuestra Villa de San Cristóbal*

Para celebrar los primeros diez años del 19 de abril de 1810 el Libertador Simón Bolívar escogió la Villa de San Cristóbal, para tal efecto y acontecimiento se organizaron diferentes eventos, pero quizás el de mayor significancia fue el gesto del propio Libertador en sembrar aquel día un Árbol de Samán, muy seguramente esta plántula trasladada en las alforjas de su cabalgadura. Avanzada la mañana del 19 de abril de aquel año 1820, ya el Libertador en la Villa, después de un suculento desayuno Bolívar apreciando con gran admiración la manera en que la aguerrida mujer sancristobalense María del Carmen Ramírez de Briceño expuso sobre una mesa rodeada de flores de azucenas y rojos claveles la espada que siete años atrás 1813, obsequiara a la heroína María del Carmen en los albores de la “Campaña Admirable”. Al pie de aquella mesa guirnaldas de ramas de olivo, loas y décimas en honor a las Glorias del 19 de Abril y al Libertador se dejan oír a lo interno del patio de la casona de los Ramírez Briceño en marcha y tertulia se dirigen a la Plaza Mayor sin antes no dejar de visitar la humilde ermita donde de brazos abiertos le recibe un crucifijo “El Señor del Limoncito” después de breve reverencia la concurrencia se dirige a la esquina sur-oeste de la plaza donde estaba ya dispuesto sembrar aquel Samán es allí donde el propio Bolívar expresa “El 19 de Abril de 1810 nació Colombia” por su puesto refiriéndose a su sueño La Gran Colombia. Este arbusto fue creciendo con cuidado y gran celo sin embargo el hecho pareció desaparecer en el trascurso del tiempo solo vago recuerdo y muchos de tradición oral hacían referencia al hecho, gracias a los aportes del cronista J.J Villamizar Molina se ratificó el hecho reseñado en los Archivos de la Municipalidad de San Cristóbal es por ello que la existencia del Árbol de la Libertad y su reconocimiento oficial es un hecho verídico y fuera de toda discusión. Así se desprende de un pergamino muy pequeño pero muy elocuente y demostrativo que pertenece al Tomo II del Libro de documentos llevado en nuestro Concejo Municipal en el año de 1826, y que textualmente dice así: “N.º 6 Folio 17. Sr. Juez Político del Cantón de San Cristóbal enero 17 de 1826. El Mayordomo de Propios de esta Villa entregará al Maestro Juan Pablo Jove de la caja de sus cargos cinco pesos dos reales por el ladrillo, la cal y trabajo de la pirámide que guarnece el árbol de la libertad de esta plaza. Hoy que, con su recibo al pie de ésta, serán bien entregados. A Martínez. Recibí la cantidad que expresa dicha compra. Juan P. Jove.” 

Hoy doscientos años de aquel evento, en medio de feroz pandemia covid-19. Firme de pie y frondoso el vetusto “Samán de la Libertad” como se le conoce se exhibe en la esquina suroeste de la Plaza Mayor (Juan Maldonado) de San Cristóbal, en la calle 3ª con carrera 2ª esquina, frente a la Catedral como único sobreviviente vivo y testigo de excepción de la presencia del Genio de América el Libertador simón Bolívar.

Quizás nunca habías oído hablar de este hecho así que compártalo con tus contactos para que conozcamos un poco de nuestra historia regional y a su vez ayudemos a conservar este Bicentenario Samán.

domingo, 10 de abril de 2011

Julio Medina En San Cristóbal 450 Años de Historia

"Mis tres grandes pasiones han sido la interpretación musical, la composición y la aviación; todas ellas llegaron en su momento debido y me han dado enormes satisfacciones".

Esta sentencia, sin fisuras, corresponde a Julio Medina, quien no sólo ha puesto a volar a los tachirenses al mando de una aeronave sino en la escucha de sus aladas melodías tejidas con sentimiento, amor por su terruño y buen gusto.

Desde antes de nacer le fueron destinados los cielos, pues su progenitora María Medarda lo llevaba en el vientre, en "viajes aéreos oficiales" con el objeto de ponerse a la orden de María Volcán, cocinera de exquisiteces sobre las mesas de Isaías Medina Angarita, Román Chalbaud y Pérez Jiménez. Fue así como nacería en Caracas, un 25 de octubre de 1941, para días después ser presentado a su humilde hogar campesino de Ureña, al cual también contribuía al sostenimiento su padre Antonio, y acogió igualmente a sus 9 hermanos.

Los periplos ocasionales de tachirenses hacia la capital de la República para ejercer "oficios varios" eran muy comunes en los cuarenta y cincuenta debido, principalmente, al aprecio que se tenía por la mano de obra andina.

-- Para beneplácito nuestro, es muy conocido que la gente de los Andes, además de la gran responsabilidad que nos caracteriza, es muy laboriosa, seria, en el buen sentido de la palabra, cumplidora, con pulcritud en la administración de la cuestión pública y hasta con don de mando. En los mejores momentos de Gobierno que ha tenido el país, los andinos han estado a la cabeza. Espero que algún día volvamos al poder.

Entre todos esos avatares se residenciaría en Barquisimeto durante alguna etapa de su niñez, donde nacería esta vez el melómano.

-- No sé que tiene Barquisimeto pero ahí comencé a sentir el ahínco por la expresión cultural. De esas influencias recuerdo más la música española de Juan Lejido, los Churumbeles, esos cantantes españoles de pasodobles antaño famosos, muy radiados y muy bien aceptados.

El brillo de artista se expande hasta donde la sencillez se lo permite. Su fornida y notable voz, que se ha fajado ante grandes multitudes, en su humildad, la considera con algunas limitaciones para las piezas de su estilo compositivo; sin embargo, con ella repetiría el pequeño Julio lo que en la radio escuchaba y con ella se atrevió a lanzarse hacia una carrera artística.

-- Asentado en San Cristóbal le di continuidad a esa onda que traje de Barquisimeto. En Ecos del Torbes se transmitía un programa muy bonito que se llamaba España y su Música. Después decidí presentarme como aficionado infantil, por primera vez, en el programa de Piquito y Radiolo en Ondas de América. Ahí nacería, entre otros artistas, el "Charrito de Oro", Nelson Hernández.

Este talento en ciernes que también se prestaba a ratos para actos religiosos y festivos en su barriada del Pasaje Cumana, fue descubierto por otros músicos. Sería invitado entonces a una aventura con resonancias allende las fronteras, experiencia que en lo personal lo marcaría.

-- Estando en una presentación en Ondas de América llega Miguel Quevedo, que pertenecería a Orlando y su Combo. Me invitó para una gira con el Tigre Oscar - dueño de Batidos El Tigre - en los congos y algunos muchachos que conformaban un trío ecuatoriano y les gustaba mucho el swing caribeño nuestro. Tocando versiones de la Sonora Matancera pusimos a bailar al público en el departamento colombiano de Santander y en la costa pacífica y atlántica de ese país. Estando ya aquí nos contrataban para amenizar en sitios emblemáticos de la ciudad - cuando eso no existían las discotecas, ni las tascas - como el Club Juvenil, el Club de los Trabajadores, la sede del Ministerio de Agricultura y Cría y para la Feria de San Cristóbal, pichón de lo que se convertiría en la Feria Internacional de San Sebastián. A los 18 años ya tenía un empaste de cantante, hecho con presentaciones y el training de todos los días. Me invita el profesor Carlos Cárdenas para unirme como cantante a Los Modernos, que parten de la Tropical Boys, de la cual despegará la Swing Melody, de la cual hice parte entre 1962 y 1963.

Se había casado con Rosalba mientras con su fuerza vocal animaba las fiestas sancristobalenses; la misma mujer que lo ha acompañado en estos 47 años y quien se emociona que su esposo sea objeto de una entrevista para Diario La Nación, con cuyos fundadores ha tenido vínculos y es lectora insaciable de sus páginas. Además de su compañía y apoyo en sus decisiones, le ha dado sus cuatro hijos Yira Semiramis, Julio Ramón, César José y Jesús Humberto, motivo de grandes alegrías en su vida. Una vez casado se percató la insuficiencia de la música para levantar un hogar. Primero obtuvo un magnífico empleo en una multinacional de seguridad industrial, que de repente cerró sus puertas en Venezuela. Luego pasaría a Cadafe, con la obligación de trasladarse a Santa Bárbara de Barinas, donde se reencontraría con su vena artística en la faceta de compositor y el cumplimiento de su deseo pendiente de ser piloto.

-- Trabajé en Cadafe durante 14 años cuando era la empresa de mística, que tenía estamento político y una vez adentro estabas en la obligación de ser un buen servidor público, no un servil, con vocación, presto a satisfacer las necesidades del público -- recuerda con precisión --. Estando yo en Santa Bárbara, la lejanía, la soledad y la ausencia me empujaron a componer. Así nació Mi Gran Ciudad, con la cual me destaqué en un Festival Internacional de la Canción en 1977. No gané pero fui el más felicitado. Participé bajo el nombre artístico de Julián Moreno que me lo adjudicó J. J Mora. Recuerdo con mucho cariño la felicitación del público y la bella reseña que por La Nación escribió la periodista Zoiré Frontado.

Ese impulso abrió la brecha a 37 composiciones, 17 pasodobles, 7 boleros y el resto en varios estilos, inclusive la rumba flamenca. Su inspiración constante, la tauromaquia y su querida San Cristóbal, para la cual le está preparando un regalo cuando ella arribe a su 450 aniversario, en 2011, con el apoyo de Gregory Pino. Podríamos afirmar que sus temas configuran la "banda sonora" de la Fiss. El locutor Frank Motta anunciando "Señores estamos en feria" deja sonar al aire, el primer día de la festividad, en su programa radial de la mañana la canción El Paseillo de la Reina. En la voz de Nelsón Hernique se popularizó Mi Gran Ciudad; las corridas vibran al ritmo del paseo Leonardo Benítez, canción tan conocida como Arrullos de un Amanecer, Mil Destellos, Serenata a mi Ciudad, entre otras. El Pandi ha sido subido a la red Youtube, donde la han escuchado 69 mil visitantes. Por el pasodoble Virgen de la Candelaria recibió una invitación de las autoridades del ayuntamiento de Tenerife en España -dicha advocación es su patrona- para una presentación el 15 de agosto.

Con su carácter afable y dicharachero que no claudica ni se ensombrece en ningún punto de la conversación, nos confiesa su metodología.

-- Yo primero hago la letra y luego desarrollo la música. Lo que es la introducción, el pasaje melódico, los finales, la coda, los stacatos, etc., lo trasmitó de manera tal al arreglista para que se respete la idea. "Usted me hace igualito esto, usted no me le quita nada", siempre les insisto, porque los arreglistas quieren hacer un cambio de buena fe y desvían el sentido original. Me pasó una vez con el Paseillo de la Reina ante una sugerencia de Nelson Hernández. Uno tiene que ser categórico en eso, tener un poco de personalidad. Usted diseña la canción así, tiene que morir así. ¿Qué no les gusta a los demás? Allá ellos.

Este respeto por sus creaciones no le impide, en modo alguno, tener unas excelentes relaciones con sus arreglistas, con los cuales él estará siempre en deuda. Reconoce la gran colaboración y amistad que lo une al doctor Luis Hernández Contreras, así como el apoyo dado por músicos como Julio Medina, Gregory Pino, a quien reconoce su sabiduría en la materia, Jorge Ramírez y José Plaza.

Comparto con ustedes el programa especial de San Cristóbal 450 Años de Historia con el compositor Julio Medina

1era Parte
2da Parte
3era Parte

Jhonny Mendoza en San Cristóbal 450 Años de Historia

Jhonny Mendoza es un violinista que reside en el sur de la Florida. Originalmente de Venezuela. Comenzó sus estudios musicales con su padre José Pablo Mendoza, sus estudios formales lo comienza en la escuela de música Miguel Angel Espinel, continua sus estudios en la escuela José Angel Lamas de la capital Venezolana, y culmina en la escuela Lino Gallardo donde recibe con honores el titulo de maestro ejecutante de violín, bajo el tutelaje de Iosif Scengery. Refina sus conocimientos violinisticos en cursos maestrales con Ronnie Rougot, Michael Grubert, José Francisco del Castillo, Frank Dipolo, Ion Corneano y George Corneano. Fue maestro de la escuela de música Miguel Angel Espinel y en el centro académico de la fundación Orquesta Sinfónica de Venezuela. Jhonny es destacado por formar tres generaciones de músicos violinistas los cuales gozan de prestigio en Europa, Latino America, y Los Estados Unidos.

Participo como concertino, primer violín, y solista en la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas, Orquesta Sinfónica Simon Bolívar de Venezuela, Orquesta Sinfónica de Los Andes, Orquesta Filarmónica del Táchira, Orquesta de Cámara Municipal de Caracas, y Orquesta Sinfónica de Miami. También ejecuto música de cámara con los cuartetos Juan José Landaeta, Cuarteto Filarmónico de Venezuela, y Quinteto Gaudiamos.

Jhonny, con su talento artístico ha tenido el placer de grabar y participar artísticamente con diferentes músicos destacados en el Jazz alrededor de Latino America y los Estados Unidos tales como Andrés Carrasquero, Gerry Weil, Andrés Briceño, Virgilio Armas, María Rivas, Pedrito López, Carlos Arellano, Saul Vera, Cristo Mendoza, Grupo Guaco, Simon Díaz, Luis Quintero, Ricardo Montaner, Nestor Torres, Jamie Ousley, Juan Areco, Gabriel Saintz, Alejandro Campos, Tulio Cremicini, Juan Carlos Torrealba, y Enrique Chias. Jhonny, ha tenido el placer de tocar para varias celebridades y personalidades dignatarias tales como, Príncipe Alberto de Mónaco, Rey Kigeli V de Rwanda, Príncipe Ermias Sahle Selassie de Ethiopia, Shirley MacLaine, Gloria Estefan y Dalai Lama.

Fue miembro, fundador, y director del grupo Cuerdas Andinas con el que realizo tres producciones discográficas: “Solados de Dios, Sonidos en el Tiempo, y Antología”. Como productor independiente realizo como solista dos CDs “Mixty y Encuentro”, y un tercer CD “Guitarrisima” para Juan Areco y Enrique Chias. Participo en el Festival de Jazz and Blues de Jamaica en el 2006. Actualmente participo como violinista con el trío de Juan Areco en el Brunch del Hotel Biltmore, y en el Show Room del Dorado Furniture los días sábados.

Por su sensibilidad y su talento, Jhonny Mendoza es considerado uno de los más brillantes violinistas de Venezuela. 


Disfruten del programa especial con Jhonny Mendoza en este enlace







jueves, 7 de abril de 2011

Nelson Hernández en San Cristóbal 450 años de Historia

Saludos amigos

La serie de programas dedicados a nuestra ciudad cumpleañera contó con la presencia del maestro Nelson Hernández, hombre que nos ha deleitado con su excelente calidad vocal durante varias décadas y que nos regala parte de sus vivencias a lo largo de una hora.




Disfrutelo en este enlace:

domingo, 3 de abril de 2011

Así comenzó San Cristóbal 450 Años de Historia el 01 de Marzo de 2011

Gracias a la Radio Cultural del Táchira y en el imponente Ateneo del Táchira Sociedad Salón de Lectura iniciamos esta serie de programas que buscan rescatar los valores históricos y culturales de nuestra ciudad cordial. Con la presencia de  Luis Ramón Pernía, Luis Alfonso Ramírez, Omar Contreras Molina, Cesar Peñaloza, Ernesto Román, Carmen Alviarez, Pedro Romero y Yolban Ramírez, comenzó nuestro regalo a San Cristóbal.
Disfruten de nuestro primer programa en este link:


Ateneo del Táchira Sociedad Salón de Lectura

Ernesto Roman, Marvelia Escalante, Omar Contreras Molina


Luis Alfonso Ramírez, Cesar Peñaloza, Ernesto Román, Marvelia Escalante,
 Omar Contreras Molina


Por la Radio Cultural del Táchira 1190 AM 100.3 FM


40 Años Surcando La Historia Radial De Venezuela




sábado, 2 de abril de 2011

Programa San Cristóbal 450 años de Historia con el Dr. Luis Hernández Contreras

Escúchelo en este link:
 Marvelia Escalante y Dr. Luis Hernández Contreras en los estudios de la Radio Cultural del Táchira 1190 am 100.3 FM. 28 de Marzo de 2011 Hora: 2:00 pm

Dr. Luis Hernández Orador de Orden en los 450 Años de la Fundación de la Ciudad de San Cristóbal

"San Cristóbal debe ser auténtica con el desarrollo integral"

Monseñor Mario Moronta en la homilía por los 450 años anunció fase diocesana para monseñor Sanmiguel
 ( Marina Sandoval Villamizar Viernes 01/04/2011  )
A seguir edificando a San Cristóbal "como una ciudad auténtica, donde el desarrollo integral sea su primera consecuencia", llamó monseñor Mario Moronta, obispo de la Diócesis, a los sancristobalenses, durante la homilía con motivo de los 450 años de fundación de la capital tachirense.
Al invitar a construir la ciudad con los criterios de Dios, el prelado señaló "un desarrollo que permita el crecimiento en equidad de todos los ciudadanos, y no el mero crecimiento económico de unos pocos; un desarrollo que apunte a mostrar que los sancristobalenses, nacidos o no en esta hermosa tierra de gracia, somos gentes de virtudes que damos testimonio de solidaridad, convivencia y concordia. Somos una ciudad con un inmenso futuro: el ser una ciudad de frontera nos permite ser una tierra de encuentro para la integración, para la interculturalidad y para la paz. Hay muchos factores que nos ayudan: la tradición y herencia que hemos recibido, el ser capaces de crear cultura de vida y las características propias de los que acá vivimos: la cordialidad, la laboriosidad, la religiosidad, el sentido de familia".
En un discurso cargado en el tema de resaltar la importancia de los valores para la vida en comunidad, Monseñor expresó que "edificar no se limita sólo a lo material, que es importante. Va mucho más allá de lo que supone la vivienda, las estructuras urbanas, las urbanizaciones y los barrios. Edificar la ciudad es hacerla vivible con criterios humanísticos. De allí que el auténtico constructor de la ciudad, a lo largo de los siglos, se preocupe por hacerla o convertirla en el hogar donde las familias se desarrollan integralmente y conviven en solidaridad y justicia".
A la misa asistieron el gobernador del Estado, César Pérez Vivas, junto a su esposa, Genny Morales de Pérez, y miembros de su tren ejecutivo; la alcaldesa Mónica de Méndez y directores, entre ellos el director general, Nelson Chacín, y el director de la Secretaría del Despacho, Obeysser Prada; la presidenta del Concejo Municipal de San Cristóbal, Bertha Elena Ceballos, entre otros concejales.
También participaron en la misa los invitados extranjeros a la celebración, el alcalde de Pamplona, Klaus Faber; el embajador de Sudáfrica, Bheki Gila; la agregada cultural de Estados Unidos, Sally Hodson, y el cónsul de Colombia en San Cristóbal, Francisco Rodríguez. Asistieron igualmente sacerdotes y fieles, que llenaron la Iglesia Mayor de la capital tachirense, además de diputados nacionales y regionales.
Al celebrar la eucaristía de acción de gracias en la Catedral, con voz ronca por la gripe, destacó la presencia de la Iglesia en la historia de la ciudad. "Para nosotros, desde la experiencia del evangelio de Jesús, han sido cuatro siglos y medio de presencia evangelizadora de la Iglesia. Ésta no ha estado ausente en ningún momento. Como parte de su misión evangelizadora, la Iglesia ha desarrollado todo un apostolado de caridad, de formación y pedagogía y, a la vez, ha permitido el mestizaje intercultural, sin que ello supusiera la pérdida de la propia identidad".
De esa manera, enfatizó que la Iglesia "también se hace presente en la conmemoración de los 450 años de la ciudad. Lo hace con lo que le es propio: con la liturgia eucarística y con el mensaje desde la Palabra de Dios. La Eucaristía nos transporta hacia el Dios de la vida y de la historia, para darle gracias por lo que somos y por lo que hemos heredado de nuestros antepasados. El mensaje desde la Palabra de Dios nos permite enriquecernos, para así continuar leyendo los signos de los tiempos, de antes y los de ahora y, esperamos, los del futuro".
Durante la misa, amenizada por el coro Manos Blancas y la Cantoría Sofitasa, reflexionó sobre dos retos que desde la palabra de Dios propone para San Cristóbal. "Uno de ellos es seguir edificando la ciudad con los criterios de Dios, para nosotros inspirados desde el Evangelio, mensaje de liberación. El segundo es el de vigilar, en el nombre de Dios, que se mantengan vivos y contagiantes los valores propios de la ética personalizadora”.
Monseñor Moronta llamó a estar atentos, como el verdadero centinela. "Ciertamente que tenemos dificultades, como la violencia, que se apodera de nuestras calles y destruye la paz de tantos hogares. Pero no cerremos los ojos ante otros espejismos que deslumbran y pueden convertirse en tentaciones".
El desarrollo cultural de nuestra ciudad no puede medirse por el consumismo, por el materialismo, ni por el individualismo que se quiere ir imponiendo; tampoco se puede medir el desarrollo cultural por el creciente aumento de "rumbas", donde se oculta el menosprecio por la condición humana de adolescentes, jóvenes y adultos; no es el número de discotecas, que tiende a aumentar, el que define la importancia de una ciudad. Hay muchos problemas qué enfrentar y que hay que superar. Para ello, es necesario abrir los ojos: cuidado con el narcotráfico, que sigue haciéndose presente con su secuela de muerte, cuidado con la trata de niños, cuidado con la desvalorización de la mujer, cuidado con falsos conceptos de modernidad que están destruyendo la condición moral de nuestros jóvenes… Por eso, hemos de estar atentos, como el verdadero centinela que se alía con Dios para cuidar la ciudad.
Dos siervos en fase diocesana
Durante la misa, Monseñor anunció que durante su visita a Roma, se abrió la fase diocesana de los siervos de Dios, Tomás Antonio Sanmiguel, el primer obispo de San Cristóbal; la Madre Lucía del Niño Jesús y de la Santa Faz, para lo cual en los próximos días constituirán los tribunales para estudiar la vida, virtudes y fama de santidad de ambas causas.
"Es un regalo de Dios para esta ciudad y para el Táchira el inicio de este proceso, que llevará a mostrar la veracidad de las virtudes y vida de santidad del primer pastor de esta iglesia diocesana de San Cristóbal" -dijo-.
Explicó que el objetivo de esta fase es establecer si el siervo de Dios vivió en grado heroico las virtudes cristianas y su fama de santidad.
Tomás Antonio Sanmiguel Díaz nació el siete de marzo de 1887, y fue el primer obispo de la Diócesis; Mireya Asunta Escalante Inneco nació el dos de octubre de 1918. Tomó el hábito el nueve de octubre de 1945, con el nombre de Lucía del Niño Jesús y de la Santa Faz. Fue la restauradora del Carmelo en Venezuela, fundadora de varios monasterios de esta congregación, dos de ellos en el Táchira.





Ofrendaron autoridades al Fundador

La Alcaldesa condecoró a personalidades, entre ellas a monseñor Vicente Rivera
El doctor Luis Hernández hizo un elogio a la ciudad.
La alcaldesa Mónica de Méndez condecoró varias personalidades de la vida local, durante el acto de ofrendas ante la estatua ecuestre de Juan Maldonado, el fundador de San Cristóbal, el cual presidió junto con el Gobernador; la presidenta y la vicepresidenta del Concejo, Bertha Elena Ceballos y Susana Guerrero, y los invitados extranjeros a la celebración aniversaria de la ciudad.
La burgomaestre impuso la orden Ciudad de San Cristóbal en grado de Caballero, a monseñor Raúl Méndez Moncada y a monseñor Vicente Rivera Mora, protonotario apostólico del papa Benedicto XVI; la orden Aurelio Ferrero Tamayo en su primera clase, se la otorgó a los representantes del Club de Leones, Ataca, Hipermercado Garzón, Unet, Demócrata, y a la señora Nancy Ovalles.
Colocó la orden "Aurelio Ferrero Tamayo en tercera clase a la Banda Municipal de San Cristóbal, la cual recibieron el director y la presidenta del comité de damas de la misma, Rosendo Espinoza y Betty de Espinoza.
De igual manera, impuso los botones de honor a los invitados extranjeros y alcaldes, específicamente a los burgomaestres de Ayacucho y Michelena, Fernando Andrade y Miguel Chacón; el alcalde de Pamplona, Klaus Faber; el embajador de Sudáfrica, Bheki Gila; el cónsul de Colombia en San Cristóbal, Francisco Rodríguez; y la consejera y la agregada cultural de Estados Unidos, Elena Broskowsky y Sally Hodson, respectivamente.
Durante el acto, amenizado por la Banda Municipal, dirigida por los profesores Rosendo Espinoza y Fernando Rey, y realizado en la Plaza Juan Maldonado, donde las diferentes instituciones y las que representan los invitados extranjeros ofrendaron arreglos florales ante el fundador, el historiador Luis Hernández Contreras hizo un elogio a la ciudad, "la que surgió hace 450 años de un encuentro inevitable".
El doctor Hernández resaltó la presencia de los aborígenes, quienes fueron expulsados a las montañas aledañas a San Cristóbal, y habló de la ciudad crecida en lo que fue la cultura española, la llegada de la Iglesia Católica y las disposiciones que se crearon, de la ciudad del café, la de Cipriano Castro, que "con toda la violencia que hubo en ella, hubo progreso y adelanto en materia económica y educativa".
De igual manera, denunció a los gobernantes que ha tenido San Cristóbal y "que han lanzado una política de urbanismo en contra de la ciudad, y por lo cual hoy se viven las consecuencias". Sin embargo, confía ante todo en la juventud pujante, que sale adelante, que todos los días cambia la página de esta ciudad. "Es una juventud que marcará derroteros; en ella confiamos los mejores saberes, para beneficio de la ciudad y de las venideras generaciones".
El alcalde de Pamplona, Klaus Faber, llamó al gobernador Pérez Vivas a buscar "ustedes y nosotros, encausar nuestras patrias, para que busquemos esa paz, esa cordialidad y esa tranquilidad que tenemos todos los santandereanos que tenemos sangre venezolana, y todos los tachirenses que tienen sangre santandereana". (MSV)

Juan Maldonado llegó al Valle de Santiago el 31 de marzo de 1561

En lunes Santo se fundó la Villa hace 450 años
Juan Maldonado y Ordóñez de Villaquirán fundó la ciudad de San Cristóbal, el lunes Santo, 31 de marzo de 1561. Hace hoy 450 años. ( José Luis Guerrero S.)
Hoy jueves -31 de marzo de 2011-, San Cristóbal celebra los 450 años de fundada. La tarea emprendida por el conquistador español Juan Maldonado y Ordóñez de Villaquirán, ordenada por el Cabildo de Pamplona, en el Nuevo Reino de Granada, hoy Colombia, se cumplió como se había previsto.
Ese día, los indígenas del Valle de Santiago o del pueblo de las auyamas, vieron llegar a los españoles a sus tierras. Para los primeros, comenzaba una cadena de sucesos que alteraron su cotidianidad, su forma de vida; para los segundos, representaba la conquista, el conocer nuevas tierras, para adueñarse de ellas y aprovecharse de sus riquezas naturales, sin importarles nada.
Doce años antes, el primero de noviembre de 1549, los españoles habían hecho lo mismo al oriente de Bogotá. Nacía Pamplona, en medio de las montañas. Había una necesidad urgente de encontrar una vía para salir al mar. Buscaban las rutas del Atlántico, y los recursos naturales de mucho valor comercial, como el oro y la plata.
Las expediciones hacia el territorio que hoy ocupa Venezuela no cesaron. Los españoles, venidos de Pamplona, continuaron su camino y en su recorrido por las montañas de los Andes, el capitán español Juan Rodríguez Suárez, el 9 de octubre de 1558, funda la ciudad de Mérida. Lo hace sin orden Real, es decir, por decisión propia.
Con el paso de los días, la noticia llegó a Pamplona. Fue considerado un abuso de poder del capitán español, una ofensa para las autoridades, quienes ordenaron al también capitán español Juan Maldonado y Ordóñez de Villaquirán ir en su búsqueda y apresarlo.
Maldonado así lo hizo, cumplió la orden emitida y en su recorrido hacia Mérida pasó por el Valle de Santiago, como lo bautizó Rodríguez Suárez, quien al llegar al sitio donde hoy está Zorca, el 25 de julio de 1558, quedó impresionado por la belleza natural del lugar. Lo llamó así en honor a un pescador, uno de los doce apóstoles que acompañó a Jesús en Jerusalén, que celebra esa fecha en el calendario de la Iglesia.
Antes, Alonso Pérez de Toloza bautizó esta zona como el “pueblo de las auyamas”, por la abundancia de este fruto en el camino recorrido.
Para la Villa de San Cristóbal todo empezó, según las actas revisadas por los historiadores, el dos de enero de 1560, cuando el Procurador de Pamplona, Francisco Sánchez, solicitó a los integrantes del Cabildo de esa localidad "poblar una villeta de cristianos" en el camino hacia Mérida.
En una reunión de las autoridades locales, el Procurador argumentó: "hacer y poblar una villeta de cristianos para asegurar el camino de Mérida y que dichos indios estén en paz y vengan al conocimiento de la fe cristiana".
Las autoridades de la época discutieron las fortalezas que varios expedicionarios españoles habían visualizado entre Pamplona y Mérida, pero se hacía necesario fundar una comunidad intermedia, para garantizar el descanso, la alimentación de las personas en el largo recorrido, además de la protección ante las amenazas del indígena, que luchó por la defensa de los suyos.
A Juan Maldonado, el Cabildo de Pamplona le asignó la tarea. El partió, en caravana, a comienzos de 1561. Lo hizo con 19 hombres montados a caballo, 11 vecinos y ocho soldados, según documento publicado en el boletín 164 de la Academia Nacional de la Historia, en 1958. Venían cargados de jaulas con gallinas y palomas, vacas, bueyes, asnos, cerdos, cabros y otros animales domésticos, la mayoría desconocidos al otro lado del río Táchira.
En su recorrido, la caravana se enfrentó a varios grupos de indígenas, como los Quinimarí, "quienes dejaron ver sus armas para defender sus espacios y a su gente..." Estos no fueron tan pacíficos como otros indígenas, que sí les dieron frutos, yuca, maíz, frijoles, a los desconocidos, quienes luego, con el paso de los años, los someterían a la fuerza.
El lunes Santo
Era lunes Santo. Juan Maldonado cumplía 53 días de camino, en los viajes y reconocimientos.
En el libro "Ciudad de San Cristóbal viajera de los siglos", el cronista de la ciudad, J.J. Villamizar Molina escribió: "en caravana suben hasta una sabana alta, despoblada, cuesta de la otra banda del río principal que atraviesa por medio del Valle -se refería al río Torbes-... donde los expedicionarios, horas más tarde, talaron un pedazo de tierra... el conquistador viene cubierto de sus armas, resplandeciente de orgullo, soberbio de majestad, para fundar la Villa de San Cristóbal del Nuevo Reino de Granada de los Indios del Mar Océano".
El conquistador "hundió su báculo florido en medio del trazado que demarca la Plaza Mayor, la cárcel, el cabildo y la iglesia,"donde hoy está la plaza que lleva su nombre y se levanta la iglesia Catedral, cuna del patrono San Sebastián. Las demás estructuras desaparecieron y sus espacios están ocupados por el Edificio Nacional, construcción del siglo pasado.
Con el paso de los días, los indígenas se enfrentan a los extraños visitantes. El cronista fray Pedro de Aguado escribió que los aborígenes "ninguna cosa traen en sus cuerpos, mas todos los varones andan desnudos en carnes, por honestidad traen el miembro genital atado a una cabuya o hilo que llevan ceñido por la cintura... viven en lugares de ocho a 10 bohíos, juntos, y es raro que lleguen a 20. No tenían jefes o caciques, no veneraban a ningún Dios..."
La primera sociedad urbana, escrita en las actas de los nuevos hombres venidos desde Pamplona, indica que Nicolás de Palencia, Alonso Durán, Antón Esteban, Francisco Fernández, Pedro Gómez Orozco, Alonso Carrillo, Francisco Sánchez, Gonzalo Rodríguez, Miguel Lorenzo, Juan Martín de Albercón y Nicolás Nieto, junto a los ocho soldados, poblaron la villa, que en esos tiempos quedó escrita"... poblada dicha villeta de Sant Cristoval".
Con el paso de los días, todos los vecinos se marcharon. Estaban cansados de los enfrentamientos y la pobreza, pero sí se aprovecharon de las tierras y los cultivos de los indígenas. Sólo quedaron algunos soldados y otros nueve más que entraron a la villeta, luego de haber sido fijados sus términos.
Son ellos quienes, con el paso de los años, serán los primeros encomendadores, responsables de cuidar a los indígenas repartidos, como si se tratara de objetos. A los nativos se les impuso una lengua, una religión, una cultura, nuevas formas de vida. Así, todos los sometieron a la fuerza, asesinaron a sus familias, les despojaron de sus tierras y obligaron a realizar trabajos forzosos.
Juan Maldonado, al fundar la Villa la bautizó como su ciudad natal, en recuerdo de los espacios salamantinos, españoles, donde nació y vivió hasta los 15 años, cuando partió al nuevo mundo. La llamó San Cristóbal.
A las semanas, Maldonado también se fue. No permaneció por mucho tiempo en la nueva villeta.
Para algunos historiadores, él nunca quiso estar en la Villa. Decidió hacer su vida en Pamplona, donde murió, ocupando el cargo de alcalde.
Un año después, las necesidades más apremiantes señaladas por el Procurador Sánchez para la fundación, que fueron económicas, comunicacionales, jurisdiccionales y jurídicas, se habían cumplido. Comenzaba a consolidarse la Villa.
Preocupa a las autoridades porque no va a la par con el aumento de los servicios

San Cristóbal crece desorbitadamente

El aumento de la población preocupa a las autoridades, por cuanto no va a la par del crecimiento de los servicios públicos.
 ( Marina Sandoval Villamizar )
San Cristóbal crece exponencialmente, contrario al aumento de la población que hubo a partir de su fundación, y a las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística, cuyas proyecciones indican que para 2010 tenía 284 mil 420 habitantes. Los registros del municipio señalan que supera los 400 mil habitantes.
Cuando la ciudad se fundó en 1561, dicen los historiadores, entre ellos el cronista J. J. Villamizar Molina, la habitaron treinta vecinos, los mismos que había diez años después, en 1571; y estuvo a punto de desaparecer porque hasta 1700 la población llegó a los 700 habitantes. La razón del escaso crecimiento poblacional fue, a juicio del doctor Villamizar Molina, además de la acción de los nativos Chinatos, el aislamiento por la falta de vías de comunicación, que San Cristóbal pertenecía al virreinato de la Nueva Granada y que estaba lejos de la capital: Santa Fe de Bogotá.
Incluso, según las investigaciones del cronista decano de Venezuela, San Cristóbal no quedaba en el camino colonial de occidente, por cuanto, quien venía de Bogotá, pasaba por Pamplona, luego Cúcuta, San Antonio y Capacho, y se desviaba por Copa de Oro, Palmira, Curazao, el Páramo El Zumbador.
En 1600 tuvo un avance ligero y los vecinos aumentaron a cincuenta; vivían en casas de barro y paja, por cuanto solamente hasta 1664 se construyó una casa de teja, pues la iglesia era de barro, bahareque y paja, y no tenía torre ni campana. En 1761 la ciudad llegó a los mil 600 habitantes; en 1800 tenía mil 800 habitantes; en 1820, la época en que el Libertador Simón Bolívar visitó dos de las tres veces que vino a San Cristóbal, habían 2 mil habitantes; en 1825 tenía 2 mil 728 habitantes; en 1826 tenía 2 mil 833; en 1845 sufre otro ligero aumento y la población llega a los 8 mil habitantes.
Según el cronista, la década del 50 hasta el 56 fue importante porque estaba a punto de crearse la provincia del Táchira, y porque desde el punto de vista demográfico, abrieron dos poblaciones importantes: La Ermita y La Sabana (hoy La Concordia), y se anexaron a San Cristóbal, entonces la ciudad creció, indudablemente, desde el punto de vista geográfico y poblacional.
En 1874, la capital tachirense tenía 11 mil 903 habitantes; en 1875, sufrió un descalabro con el terremoto del 18 de mayo e hizo reducir el número de pobladores, además que la ciudad casi fue completamente reconstruida, sobre todo en la zona más aristocrática de la ciudad, las cercanías de la plaza Juan Maldonado, donde había llegado Bolívar durante su visita.
Y San Cristóbal siguió creciendo. En 1891 tenía 16 mil 791 habitantes; al abrirse el siglo XX, en 1900, tenía 20 mil habitantes; y cada década aumentaban diez mil habitantes hasta 1961, durante el cuatricentenario, cuando tenía 56 mil habitantes.
Hoy el municipio tiene una superficie de 241 kilómetros cuadrados, según las cifras que maneja la municipalidad, y si bien las proyecciones del INE, que este año comienza el Censo Poblacional, todavía no roza los 300 mil habitantes, en la Alcaldía rechazan la estadística, basados en los registros hasta este año.
Por ejemplo -señala la alcaldesa Mónica de Méndez- desde el punto de vista de la demanda se han creado escuelas privadas, guarderías y pre escolares, tanto en Barrio Obrero como en la urbanización Mérida, la Carabobo y la parroquia San Juan Bautista. A su modo de ver, si bien su información demuestra que ha habido una alta densidad poblacional, el volumen de construcciones en los últimos quince años, indica que "San Cristóbal dejó de ser una ciudad de casas y pasó a ser una ciudad con una gran cantidad de edificios".
En la zona de Pueblo Nuevo han construido más de veinte edificios, en Barrio Obrero están construyendo verticalmente, hay oficinas con minicentros comerciales, apartamentos o edificios por la avenida 19 de Abril; y a la altura de la avenida Rotaria hay varios terrenos baldíos para hacer desarrollos habitacionales, para lo cual se han constituido asociaciones civiles, al igual que por el barrio Bolívar.
Es la parroquia San Juan Bautista, por la Cueva del Oso -según Méndez- la protagonista del crecimiento urbanístico y poblacional del municipio, por la gran cantidad de urbanismos, urbanizaciones y zonas que ahí se han desarrollado.
La tranquilidad que caracterizaba a la ciudad pequeña se perdió entonces y pasó a ser una urbe metropolitana. Ese otro indicador, muestra que "estamos por encima de los 500 mil habitantes, sólo en el municipio San Cristóbal, incluida su área rural que es hacia San Sebastián, una parte agrícola de La Concordia y la zona de Francisco Romero Lobo".
Otra variable que argumenta la Alcaldesa para mostrar que San Cristóbal supera los 300 mil habitantes que tiene proyectado el INE, es que en el municipio hay 80 mil 671 inmuebles urbanos, además de 8 mil 559 terrenos ejidos, aunque en la capital tachirense apenas 45 mil 413 están pagando el servicio de recolección del aseo urbano residencial. Estiman las autoridades municipales que hay más de cien mil inmuebles que no están registrados, porque quienes quieren hacerlo no presentan ante Catastro el registro de protocolización de sus documentos de propiedad, y sin esa formalidad no los pueden incorporar.
Por eso, para el arquitecto Carlos Blanco, director de Desarrollo Urbanístico de la Alcaldía de San Cristóbal, "cuando uno saca las cuentas, las proyecciones del INE no están acordes, porque si hablamos de 80 mil inmuebles, viviendas, casas, y en cada uno un grupo familiar de cinco personas, tenemos 400 mil personas, además de los barrios y las invasiones. "Apenas serían el 75 por ciento de la población esos 80 mil".
Al director municipal le preocupa -dijo- esa curva de crecimiento población por lo que llama "el proceso de improvisación de la Ley de Tierras, de ocupar los terrenos desocupados, porque hay necesidades de espacio para vivir, cuando no es solamente construir una casa, sino escuelas, canchas, centros hospitalarios y una cantidad de equipamiento y servicios de infraestructura que la ciudad no puede satisfacer".
La razón que aduce es económica, pues señaló que, por una parte, menos del cincuenta por ciento de la población registrada cancela los tributos al municipio, y ese número está subsidiando al resto que no paga; y por otra, "no viene el dinero del gobierno nacional para poder acondicionar la ciudad y que todos podamos crecer, y no es que estamos cerrados al proceso de crecer, sino que no estamos preparados para el proceso de crecer tan aceleradamente".
No obstante -dice- tienen en cuenta que regentan la capital de un área metropolitana y por eso la incidencia en el crecimiento demográfico, lo cual implica que cada día aumenta la demanda de servicios.
El doctor Villamizar Molina considera que hay "muy amplios horizontes hacia el futuro" y en ello coincide con planificadores como el arquitecto Henry Matheus Jugo, quien no concibe a la San Cristóbal del mañana solamente entre los límites del municipio.
Según esa visión, está la vía de desarrollo de San Cristóbal-La Fría, con la autopista, la cual se va a poblar; la ruta de la Panamericana, que muestra desde ya el aumento de la población en Táriba, Palmira, Patiecitos, El Abejal, Palo Grande; además de la Troncal 005, que en definitiva piensan que aumentará la población de San Cristóbal hasta La Pedrera, la cual avizoran en una gran ciudad, por cuanto ahí confluyen Barinas y Apure.

A San Cristóbal cumpleañera << Pablo Mora >>

Cuenta Abierta
Tierra hecha luz para fijar sendero desde el hondón del pedestal andino. Regazo de emoción al peregrino bajo la mar brumosa del lucero. Manojo en flor. Alforja y alfarero para el tenaz troquel de su destino. Gruta de luz. Verdor azul marino. Colina de esperanza, aljibe, alero. Semilla germinada en la espesura del surco campesino. Pentagrama vegetal entre notas de blancura, donde se funde en musical proclama el himno esplendoroso de su altura fraguado por su fértil panorama.
Emporio palpitante de hidalguía. Fecunda espiga de raigambre hispana. Azul recodo que el amor hermana en cauces de sonora poesía. San Cristóbal de bruma y serranía para colmar de envidia la sabana, la del frondoso valle que desgrana el manantial lunar de su alegría. Suelo apacible de risueño cielo para enjugar el llanto de la brisa. Comarca para el temple del anhelo donde el afán humano se desliza y se trueca el amor por el desvelo. Ciudad que con los siglos se eterniza. Gallardo surtidor. Altiva antena erguida en el temblor de su paisaje. Esparta por la espada y el coraje con sangre de martirio entre su vena. Marcial campana. Índice que ordena campañas Admirables en su viaje para rasgar la noche del ultraje cuando la patria en gritos se encadena. Al irrumpir tu aurora a ras del día entras en el estruendo de la historia por trochas de tambor en rebeldía. Y vibra en el clarín de tu victoria el numen de tu fresca bizarría por los cálidos aires de la gloria.
Yo sólo sé que soy de tu montaña. De donde son las rocas, los caminos. De donde ruge por la noche el frío sobre escarcha de musgo y de neblina. De donde brota el aire, mensajero del manantial dormido en la espesura. De donde traza surcos el arado hasta llegar al corazón del hombre. De donde brama, monstruo de la noche, y estalla de furor entre las cumbres la tormenta feroz del ventisquero. Pariente de estos seres diluviales, también el hombre en las alturas mora. Yo solamente soy de tu montaña.
Aire de abril para mi luz andina, para mi cafetal, para mi aldea, florida de tristeza y conticinio, de soledad, de musgo y de vereda. Abril, amor, para el tejado azul, para el zaguán también adormecido de esperar tu presencia azul marina y las fugas de amor en primavera. Desde niño anhelaba tu color: el de mi cerro y mi colina azul, cabalgando risueño por el cielo. Aire de abril, amor, para la lluvia, trenzada de neblina aquí en mi aldea. Abril por fin para nacer contigo.
Manuel Felipe, ya nadie apacienta ningún sueño detrás de los rebaños; los viejos cántaros nos son extraños así el crisol del horno los presienta. La neblina quizás apenas sienta la ausencia de los sueños aledaños y en el rojizo almendro de tus años tal vez ningún turpial ya ni se asienta. Tal es el precio de la vida, hermano: echar un barquichuelo en la quebrada, echarlo de mañana, bien temprano, luego irse con la tarde alucinada y estarse con la luna de la mano para caer en cuenta de la nada.

Noche de la fundación << J. J. Villamizar Molina (*) >>

Instante alumbrado por la luna y las estrellas que desde su remota y enigmática existencia no se habían percatado con sus lumbres de una proeza semejante.
Hombres en medio de las tinieblas y las soledades. Profanaciones sublimes, amorosas y animadas del silencio de la selva que nunca había percibido el resonar y choque de las piedras y los troncos cortados a los árboles en el mudo panorama que desde estos mismos instantes comenzaba a ser ciudad. Inicios de esperanzas, de ideales con los anhelos de cada uno de los castellanos.
Sobresalía en el paisaje de la eternidad la gallarda silueta del hidalgo capitán que seguro vislumbraba el porvenir de la Villeta, aunque el silencio de los bosques era tremebundo y sólo interrumpido por el murmullo de las múltiples quebradas del alrededor. Juan Maldonado pensaba en una ciudad llena de lumbres, de almas, de bullicio y de animado movimiento.
Los bosques fueron profanados y las orillas del río Tormes y de las quebradas saqueadas para así poder construir el fuerte de dos cuadros de largo y dos tapias de alto. Allí se guarecerían del frío, de los inviernos y demás asaltos de la naturaleza, como del peligro de tribus indígenas indispuestas y de las fieras del monte. Porque la fauna de la selva, sagaz y multiplicada por la acción de los años impolutos, oía aquella noche el golpe de las hachas y el rechinar de los cuchillos contra las piedras y las rocas. Cada castellano tenía su propio sentir, su propio anhelo y su propia contribución. Juan Maldonado -ante todo- soñaba con su ciudad natal, con el Barco de Ávila, pacífico y romántico empinado sobre los Valles del Tormes y del Jertre. La gran mayoría de los acompañantes abrigaban la esperanza de que este era el punto de partida para convertirse en ricos encomenderos y propietarios. Los soldados venidos soñaban con nuevas proezas y acciones que les harían famosos. Entre todos ellos había uno, Pedro Gómez de Orozco, que portaba y traía los horribles y asesinos arquetipos que cuatro siglos más tarde desflorarían las crueldades y ansias de poder de Juan Vicente Gómez. Francisco Sánchez estaba satisfecho pues veía realizadas sus esperanzas de la Villeta intermedia entre Pamplona y Mérida, un sagrado “lugar para la tregua”, como la definiría cuatrocientos años más tarde Ramón J. Velásquez.
Noche llena tal vez de luna y del alborozo de estrellas. Noche profana para el silencio de la selva y para los animales y pajarillos que posados en las cumbres de los árboles comenzarían a trinar desde ahora con nuevos acentos y nuevos temas. Pero con todos los fundadores venían las esperanzas de una existencia cada vez más nueva y superada. Hacía un año se había pintado en Tunja la Virgen del Rosario de Chiquinquirá para la encomienda de Antonio Santa en los predios de Sutramarchán. Ella se renovaría con el milagro del 26 de diciembre de 1586. Aquí también, por estos predios y caminos recién abiertos, comenzarían a llegar los frailes agustinos, entre ellos fray Gabriel de Saona con la tabla protectora de la Consolación, alivio reconfortante en todos los trances y trabajos. La Consolación también se renovaría en los años de la transición del siglo, así como la Señora de la Chiquinquirá lo hiciera en 1586. La Consolación, alivio de los afligidos, sería como lumbre inspiradora de todas las proezas “como la Virgen que iluminaría una historia”, a decir del Cronista Rafael María Rosales.
Así nacía San Cristóbal, entre silencios y golpes, con faroles de luna trasnochada y de estrellas deslumbradas, con sentimientos cruzados entre los corazones de aquellos valerosos hombres, y por encima de todo ello, con la ambición hidalga de su valiente fundador, hijo de Don Nuño Pérez de Aldana. El que arrebató a Duque de Normandía los cinco lises de plata entre los gules de sus armas.
(*) Cronista de la Ciudad de San Cristóbal
(*) Decano de los Cronistas de Venezuela

Condecoró la Alcaldía a personalidades e instituciones

Entre ellos el gobernador Pérez Vivas, Juan Galeazzi, J.J. Villamizar Molina y Finampyme
Un aspecto del concierto dirigido por el maestro Rodney Winther, y con participación de la Banda oficial de Conciertos, la Banda Municipal, el Ensamble Juvenil y la Coral del Táchira.
 ( Marina Sandoval Villamizar )
La alcaldesa de San Cristóbal, Mónica de Méndez, condecoró, la noche del miércoles, al padrino de la celebración aniversaria de la capital tachirense y gobernador, César Pérez Vivas, con la Orden Ciudad de San Cristóbal en grado de Caballero.
La actividad fue celebrada en la plaza Juan Maldonado y a la misma asistieron personalidades de la vida regional, nacional e internacional. Durante el acto, Méndez también impuso la orden a instituciones públicas y privadas, y a personalidades del acontecer político, económico, deportivo y social de la ciudad, que “se distinguen por su aquilatada trayectoria profesional y por su valioso aporte al progreso de la ciudad”.
Entre los condecorados estuvieron, además, el doctor Juan Galeazzi Contreras, presidente del Banco Sofitasa; el doctor J.J. Villamizar Molina, historiador y cronista de San Cristóbal; Hugo Domingo Molina, empresario taurino; y Ángel Pernía, presidente de la Lotería del Táchira.
De igual manera, recibieron la condecoración empresas e instituciones como Finampyme, la cooperativa para la pequeña y mediana industria, y la Asociación de Ganaderos del Estado Táchira.
Durante el acto, al que asistió la primera dama del Estado, Genny Morales de Pérez, además de directores del tren ejecutivo regional y municipal, se desarrolló el Concierto de Gala en Honor a la Ciudad.
El acto musical fue dirigido por el profesor Rodney Winther, doctor en Artes Musicales mención Dirección de Bandas, y director de la Orquesta de la Universidad de Cincinnati, Estados Unidos.
El músico estadounidense dirigió piezas musicales que interpretaron integrantes de la Banda Oficial de Conciertos, la Banda Municipal, el Ensamble Juvenil y la Coral del Táchira.
En el acto tomó la palabra el Gobernador, quien resaltó que "el hecho de ser padrino de este acontecimiento tan especial, y de haber recibido tan respetable condecoración, representa un honor y un compromiso con esta bella ciudad en la que he vivido buena parte de mi vida, y a la que me he entregado con mucho cariño a su servicio, y al de un pueblo que tiene derecho a un futuro cada día mejor".
"Estos cuatrocientos cincuenta años son el resultado de muchas generaciones, que han podido hacer de San Cristóbal la urbe más importante del Occidente venezolano, y nos llenamos de alegría al poder cantarle este cumpleaños a nuestra ciudad, y de seguir trabajando por su progreso y bienestar".
"Esta es una fiesta maravillosa, que permite recordar que San Cristóbal ha dado testimonio de un gran valor y gran capacidad para crecer y progresar, y ha sido también la cuna de hombres y mujeres que han contribuido con el engrandecimiento del país".
La Alcaldesa manifestó satisfacción por la celebración y destacó el sitial de ciudad metropolitana de la jurisdicción que gobierna, y habló de la gestión en favor de la ciudad, la realidad de San Cristóbal, las carencias, pero consideró que hay un futuro por delante, al que invitó a todos a participar, en beneficio de la Ciudad de la Cordialidad.

Juan Maldonado llegó al Valle de Santiago el 31 de marzo de 1561

En lunes Santo se fundó la Villa hace 450 años
Juan Maldonado y Ordóñez de Villaquirán fundó la ciudad de San Cristóbal, el lunes Santo, 31 de marzo de 1561. Hace hoy 450 años. ( José Luis Guerrero S.)
Hoy jueves -31 de marzo de 2011-, San Cristóbal celebra los 450 años de fundada. La tarea emprendida por el conquistador español Juan Maldonado y Ordóñez de Villaquirán, ordenada por el Cabildo de Pamplona, en el Nuevo Reino de Granada, hoy Colombia, se cumplió como se había previsto.
Ese día, los indígenas del Valle de Santiago o del pueblo de las auyamas, vieron llegar a los españoles a sus tierras. Para los primeros, comenzaba una cadena de sucesos que alteraron su cotidianidad, su forma de vida; para los segundos, representaba la conquista, el conocer nuevas tierras, para adueñarse de ellas y aprovecharse de sus riquezas naturales, sin importarles nada.
Doce años antes, el primero de noviembre de 1549, los españoles habían hecho lo mismo al oriente de Bogotá. Nacía Pamplona, en medio de las montañas. Había una necesidad urgente de encontrar una vía para salir al mar. Buscaban las rutas del Atlántico, y los recursos naturales de mucho valor comercial, como el oro y la plata.
Las expediciones hacia el territorio que hoy ocupa Venezuela no cesaron. Los españoles, venidos de Pamplona, continuaron su camino y en su recorrido por las montañas de los Andes, el capitán español Juan Rodríguez Suárez, el 9 de octubre de 1558, funda la ciudad de Mérida. Lo hace sin orden Real, es decir, por decisión propia.
Con el paso de los días, la noticia llegó a Pamplona. Fue considerado un abuso de poder del capitán español, una ofensa para las autoridades, quienes ordenaron al también capitán español Juan Maldonado y Ordóñez de Villaquirán ir en su búsqueda y apresarlo.
Maldonado así lo hizo, cumplió la orden emitida y en su recorrido hacia Mérida pasó por el Valle de Santiago, como lo bautizó Rodríguez Suárez, quien al llegar al sitio donde hoy está Zorca, el 25 de julio de 1558, quedó impresionado por la belleza natural del lugar. Lo llamó así en honor a un pescador, uno de los doce apóstoles que acompañó a Jesús en Jerusalén, que celebra esa fecha en el calendario de la Iglesia.
Antes, Alonso Pérez de Toloza bautizó esta zona como el “pueblo de las auyamas”, por la abundancia de este fruto en el camino recorrido.
Para la Villa de San Cristóbal todo empezó, según las actas revisadas por los historiadores, el dos de enero de 1560, cuando el Procurador de Pamplona, Francisco Sánchez, solicitó a los integrantes del Cabildo de esa localidad "poblar una villeta de cristianos" en el camino hacia Mérida.
En una reunión de las autoridades locales, el Procurador argumentó: "hacer y poblar una villeta de cristianos para asegurar el camino de Mérida y que dichos indios estén en paz y vengan al conocimiento de la fe cristiana".
Las autoridades de la época discutieron las fortalezas que varios expedicionarios españoles habían visualizado entre Pamplona y Mérida, pero se hacía necesario fundar una comunidad intermedia, para garantizar el descanso, la alimentación de las personas en el largo recorrido, además de la protección ante las amenazas del indígena, que luchó por la defensa de los suyos.
A Juan Maldonado, el Cabildo de Pamplona le asignó la tarea. El partió, en caravana, a comienzos de 1561. Lo hizo con 19 hombres montados a caballo, 11 vecinos y ocho soldados, según documento publicado en el boletín 164 de la Academia Nacional de la Historia, en 1958. Venían cargados de jaulas con gallinas y palomas, vacas, bueyes, asnos, cerdos, cabros y otros animales domésticos, la mayoría desconocidos al otro lado del río Táchira.
En su recorrido, la caravana se enfrentó a varios grupos de indígenas, como los Quinimarí, "quienes dejaron ver sus armas para defender sus espacios y a su gente..." Estos no fueron tan pacíficos como otros indígenas, que sí les dieron frutos, yuca, maíz, frijoles, a los desconocidos, quienes luego, con el paso de los años, los someterían a la fuerza.
El lunes Santo
Era lunes Santo. Juan Maldonado cumplía 53 días de camino, en los viajes y reconocimientos.
En el libro "Ciudad de San Cristóbal viajera de los siglos", el cronista de la ciudad, J.J. Villamizar Molina escribió: "en caravana suben hasta una sabana alta, despoblada, cuesta de la otra banda del río principal que atraviesa por medio del Valle -se refería al río Torbes-... donde los expedicionarios, horas más tarde, talaron un pedazo de tierra... el conquistador viene cubierto de sus armas, resplandeciente de orgullo, soberbio de majestad, para fundar la Villa de San Cristóbal del Nuevo Reino de Granada de los Indios del Mar Océano".
El conquistador "hundió su báculo florido en medio del trazado que demarca la Plaza Mayor, la cárcel, el cabildo y la iglesia,"donde hoy está la plaza que lleva su nombre y se levanta la iglesia Catedral, cuna del patrono San Sebastián. Las demás estructuras desaparecieron y sus espacios están ocupados por el Edificio Nacional, construcción del siglo pasado.
Con el paso de los días, los indígenas se enfrentan a los extraños visitantes. El cronista fray Pedro de Aguado escribió que los aborígenes "ninguna cosa traen en sus cuerpos, mas todos los varones andan desnudos en carnes, por honestidad traen el miembro genital atado a una cabuya o hilo que llevan ceñido por la cintura... viven en lugares de ocho a 10 bohíos, juntos, y es raro que lleguen a 20. No tenían jefes o caciques, no veneraban a ningún Dios..."
La primera sociedad urbana, escrita en las actas de los nuevos hombres venidos desde Pamplona, indica que Nicolás de Palencia, Alonso Durán, Antón Esteban, Francisco Fernández, Pedro Gómez Orozco, Alonso Carrillo, Francisco Sánchez, Gonzalo Rodríguez, Miguel Lorenzo, Juan Martín de Albercón y Nicolás Nieto, junto a los ocho soldados, poblaron la villa, que en esos tiempos quedó escrita"... poblada dicha villeta de Sant Cristoval".
Con el paso de los días, todos los vecinos se marcharon. Estaban cansados de los enfrentamientos y la pobreza, pero sí se aprovecharon de las tierras y los cultivos de los indígenas. Sólo quedaron algunos soldados y otros nueve más que entraron a la villeta, luego de haber sido fijados sus términos.
Son ellos quienes, con el paso de los años, serán los primeros encomendadores, responsables de cuidar a los indígenas repartidos, como si se tratara de objetos. A los nativos se les impuso una lengua, una religión, una cultura, nuevas formas de vida. Así, todos los sometieron a la fuerza, asesinaron a sus familias, les despojaron de sus tierras y obligaron a realizar trabajos forzosos.
Juan Maldonado, al fundar la Villa la bautizó como su ciudad natal, en recuerdo de los espacios salamantinos, españoles, donde nació y vivió hasta los 15 años, cuando partió al nuevo mundo. La llamó San Cristóbal.
A las semanas, Maldonado también se fue. No permaneció por mucho tiempo en la nueva villeta.
Para algunos historiadores, él nunca quiso estar en la Villa. Decidió hacer su vida en Pamplona, donde murió, ocupando el cargo de alcalde.
Un año después, las necesidades más apremiantes señaladas por el Procurador Sánchez para la fundación, que fueron económicas, comunicacionales, jurisdiccionales y jurídicas, se habían cumplido. Comenzaba a consolidarse la Villa.