Sabado 26/03/2011 Pregones
Rasgos de la Ciudad << José de la Cruz García Mora (*) >>
Alguna vez escuchamos en boca del señor cronista de El Cobre, don Eliseo Zambrano, que toda ciudad o pueblo "tiene una historia, un santo y un río". Es muy acertada la interpretación del ilustre caballero, al precisar puntos esenciales en el proceso de poblamiento de la región o el país. La historia es el resultado de la dinámica propia de los conglomerados humanos, en cuyo seno se juntan las condiciones del entorno y las aspiraciones del colectivo, yuxtapuestas en cada una de las épocas. Pero el santo y el río están relacionados con los pilares de identidad impuestos por la cultura hispánica durante la larga jornada colonizadora. La función del santo no era otra que domesticar el espíritu y asegurar el control ideológico y doctrinario de los naturales, bajo premisas de evangelización o sumisión a los nuevos valores religiosos. El papel del río, en cambio, traduce la vitalidad de la dinámica interna de la ciudad, en la relación umbilical con el entorno geográfico y en la estructuración el tejido social de los conglomerados.
Seguramente otros articulistas asuman la apología de la influencia de San Sebastián y otros santos en el devenir histórico de la ciudad cumpleañera.
Diversas individualidades también se han ocupado en describir y analizar los episodios más resaltantes de San Cristóbal en estos 450 años de historia. Por ahora, interesa destacar algunos rasgos geográficos existentes entre el valle del Torbes y el núcleo urbanístico de mayor peso demográfico en la región. La villa de Juan Maldonado se fundó sobre acumulaciones aluviales pleistocénicas. La expresión topográfica se conoce popularmente como mesetas o terrazas 'disectadas' por las quebradas La Bermeja y La Parada. El emplazamiento inicial permitió el desarrollo de la planta urbana en forma de damero, cuya morfología respondía a la clásica estructura española de manzanas cuadriculadas. La evolución de la ciudad ha llevado a la compleja coalescencia de sitios o emplazamientos, algunos de los cuales se caracterizan por la vulnerabilidad ecológica frente a eventuales riesgos naturales.
La disposición geográfica del valle del Torbes fue uno de los factores físicos que vigorizó el papel funcional de San Cristóbal, como modo de convergencia o divergencia de caminos. La ciudad se ubicó exactamente en el lugar donde el valle se amplía y entran en contacto los paisajes 'colinosos' y ondulados de la Depresión del Táchira y la frontera con el amasijo de cerros de la cordillera andina. Además, la arteria hídrica sirvió como un corredor vial para desafiar las dificultades orográficas y las profundas gargantas del páramo El Zumbador, en cuyas cabeceras los abras y portachuelos permitían el acceso hacia los valles intra e intermontanos de La Grita y Mérida. Pero el flujo hídrico también abría una ventana hacia el piedemonte y los llanos. Incluso, era fácil vencer las modestas serranías y conectar con las planicies del sur del Lago. No se sabe si Juan Maldonado tenía nociones de relaciones geoestratégicas, pero fundó un núcleo poblacional destinado a crecer progresivamente con el constante fluir de las comunicaciones.
(*) Geógrafo
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