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sábado, 29 de enero de 2011

Cien Años De Historia Tachirense



Sábado 29 de enero de 2011


Hay cosas que nos llenan de admiración por su grandeza, por su perfectibilidad y por las consideraciones que hacemos al pensar en la forma en que se realizaron y en la paciencia y meticulosidad que confrontó su creador para llevarlas a cabo. Una de ellas es la monumental y excepcional aportación a la historia del Táchira que acaba de ofrecer el académico de la historia, Dr. Luis Hernández Contreras, a nuestra ciudadanía siempre ávida de informaciones y de hechos que nutran su insaciable apetencia de saber. No nos sorprende la aparición de este libro, dada la conocida, profusa y multifacética personalidad de su autor: abogado, historiador, artista, ateneísta, conferencista, gerente cultural y escritor de una serie numerosa y reputada de obras ya publicadas o ya inéditas o en preparación. Abre el compendio un sincero y merecido homenaje de gratitud a los patrocinantes de la obra, que han sido muchos, todos ellos consustanciados con el adelanto del Táchira y todos admirados ante la imponencia de la publicación.

“Cien años de historia tachirense”, escrito con una metodología estrictamente cronológica, ofrece una novedosa y útil manera para investigar y estudiar la historia, cónsona con las modernas y exactas inquietudes de investigación. El grueso volumen casi imita una presencia y una función de diccionario que informa de manera rápida y exacta sobre determinado acontecimiento en el arduo y activo transcurrir del Táchira del siglo XX.
A través del libro, se obtienen noticias sobre los hombres y los acontecimientos en su tiempo que han hecho realce en el enaltecimiento de la historia regional, desde la época de la Revolución Liberal Restauradora del general Cipriano Castro, hasta los albores del siglo XXI, abarcando la vigésima parte de la era cristiana entre nosotros. Tenemos a la vista un tratado meticuloso, formidable y colosal en el que se presenta, ante Venezuela y ante el mundo, en forma rápida, íntegra y veraz, el rostro inequívoco de lo que ha sido nuestro lar nativo.
Cada década va describiendo sucesos, hechos brillantes, algunos celebrados con regocijo, otros con tropiezos de la historia, pero todos con pronunciamientos que llaman a reflexión y exponen siempre la esperanza viva de que los nuevos acontecimientos sean mejores.
La confección del libro nos recuerda la de otros que han sido útiles al estudio en nuestro acervo cultural. Porque el estudiante se hace muchas veces una imagen errónea de un hecho por la mala información. Nuestro presidente en la Academia, Lic. José Ernesto Becerra Golindano, señaló la conveniencia de escribir para el Táchira una obra enciclopédica de rápido, completo, y exacto uso, como el Diccionario Histórico de la Fundación Polar. También recordó el presidente la imitación de diccionario que hace el mismo autor Luis Hernández Conteras, al referirse a la música y músicos tachirenses. Porque allí, igualmente, usa el mismo autor este método cronológico expuesto en varios de sus libros ya publicados.
Pudiéramos decir que es una peculiar forma de historiar en este autor. Estudiosos modernos - dado el apresuramiento de los tiempos que corren- necesitan que se les ofrezcan facilidades de rapidez, orden, exactitud y seguridad para sus investigaciones. Todos estos atributos proporciona “Cien años de historia tachirense” del doctor Luis Hernández Contreras. No dudamos que la presente obra, es una de las más resaltantes que han aparecido en nuestra bibliografía.
J.J. Villamizar Molina Cronista de la ciudad de San Cristóbal
Decano de los cronistas de Venezuela

Museo del Táchira: tesoro inapreciable - Reina Durán


Sábado 29 de enero de 2011

El 24 de noviembre de 1980 la Gobernación del Estado, mediante el decreto No. 132, ordena la creación del Museo, pero sólo hasta 1983, en la administración de la Lic. Luz Vivas Terán, directora de Cultura en esa época, fue posible hacer realidad la primera exposición permanente en una casa alquilada en Barrio Obrero por la Dirección de Cultura, es por eso que su aniversario se celebra en esta fecha, así que actualmente ya va para sus 28 años.
Desde 1976, que emprendimos la investigación arqueológica en el estado Táchira, hasta julio del 2010, en que fui jubilada, todas mis acciones estuvieron en función de lograr la consolidación del Museo, como institución recreativa y generadora de conocimientos dentro del seno de la comunidad tachirense, objetivos que creemos haber logrado y que pueden observarse en las estadísticas.
Cuando expreso que el Museo del Táchira es un tesoro inapreciable, propiedad de toda la comunidad, me refiero al patrimonio arqueológico que alberga, compuesto por todas las piezas cerámicas, líticas, óseas, provenientes de las excavaciones y cuyo valor es incalculable, porque son objetos originales, representativos de las culturas autóctonas que habitaron este territorio desde siete mil años antes del presente y probablemente más, lo cual será comprobado en un futuro no muy lejano.
Todo esto debemos relacionarlo, ya que el Museo siempre ha estado adscrito a la Dirección de Cultura del Estado y, por tanto, sujeto a los avatares políticos que se han sucedido uno tras otro, en el traspaso de la Gobernación y representados en todo caso por cada director de Cultura; afortunadamente, muchos de los que han pasado por allí han comprendido el significado del Museo, como fuente de saber y concientización de la importancia de proteger el legado cultural dejado por nuestros antepasados y su proyección en la cultura actual, por lo cual respetaron siempre los lineamientos que rigen en general a una institución de esta clase.
Pero, lamentablemente, esto no parece ser el caso presente, ya que en vez de ocuparse de arreglar una serie de fallas estructurales que presenta la hacienda Paramillo, sede permanente del Museo del Táchira -por cierto representativa de los primeros albores de la ciudad que va a cumplir los 450 años en marzo próximo-, se han dedicado a mover los funcionarios de un lado para otro, quitándole el poquito personal que tiene el Museo, además de desmembrar los equipos formados en determinadas áreas y retirando de la nómina a la única persona que sabe algo sobre Antropología, basándose en diatribas personales, no como debe ser, en el bienestar de una institución que tiene como meta enseñar los orígenes, la historia y el presente, a través de las manifestaciones de la cultura tradicional actual, de clara raigambre indígena, presentando un panorama general de la cultura regional, así como la reafirmación del sentimiento nacional de identidad de las generaciones presentes y futuras, por encima de mezquindades políticas, especialmente por ser el Táchira una zona fronteriza.
Consideraciones que, como fundadora y forjadora de la institución, siento que estoy obligada a hacer, como un alerta a la comunidad, antes que por la ignorancia sobre el significado, el valor e importancia que tiene el Museo, como un tesoro inapreciable, lleven con sus acciones a la bancarrota un esfuerzo de tantos años y el legado cultural que es propiedad de todos los venezolanos y en especial de todos los tachirenses.

Antropóloga Reyna Durán
reinamduran@yahoo.es

450 años de la Villa y 200 de la venezolanidad "José Pascual Mora García"


“Diez años de Libertad se solemnizan en este día… El diez y nueve de abril nació Colombia: desde entonces contáis con diez años de vida”. Cuartel General Libertador de San Cristóbal, 19 de abril de 1820.  Simón Bolívar.
Cumpliendo con los lineamientos del Decreto 405, en donde se señalaba el establecer coordinaciones con el Poder Municipal, el pasado 29 de octubre, en el derecho de palabra que se me concedió en la sesión de la Cámara Municipal, presidida por el Lic. Jesús Andrés Durán, presentamos la propuesta para que se resaltara la fecha memorable del 28 de octubre de 1810, a fin de dar testimonio de la presencia del Táchira en el proceso de Independencia. Allí fue aprobada la develación de una placa conmemorativa en testimonio al 28 de octubre de 1810, cuando nació la venezolanidad tachirense por voluntad soberana del pueblo, porque se convocó al común a deliberar acerca del destino político; de manera que no fue una decisión unilateral del cabildo, ni de delegación alguna. El cabildo, en nombre del pueblo expresó su adhesión con las juntas de Mérida y Caracas.
Este gesto representa el primer acto de la venezolanidad por voluntad del poder soberano del pueblo de San Cristóbal y vecinos. El Espíritu Santo de La Grita lo había expresado en el acta del 11 de octubre de 1810, y San Antonio del Táchira, el 21 de octubre de 1810. Hoy nos sentimos complacidos porque el acto se llevara a efecto el 13 de enero y la placa inmortalizada en el lugar donde el Libertador celebró los 10 años del 19 de abril de 1810, cuando alistó el Cuartel General Libertador, específicamente en la pared central del Edificio Nacional, sede del Poder Judicial, y antiguo contorno donde también funcionó el Ayuntamiento en 1810. En un homenaje a los 450 años de la Villa de San Cristóbal, los tachirenses celebremos siempre que fuimos pioneros hace doscientos años en el proceso de Independencia.
Dos fechas son trascendentales para San Cristóbal en su historia: una, la de su fundación el 31 de marzo de 1561, y la otra, el 28 de octubre de 1810. Con la primera, nacimos como Villa para el derecho indiano español. Con la segunda, nacimos como pueblo soberano, al decidir por voluntad popular la venezolanidad, pues el pueblo decidió sumarse a la Junta Superior de Mérida y Junta Suprema de Caracas, en el proceso de independencia.
(*) Prof. José Pascual Mora García - Presidente de la Comisión Bicentenaria

miércoles, 12 de enero de 2011

Llegaron los primeros evangélicos en la década de los 20


Diario La Nación 09-01-2011
San Cristóbal recibió la visita de los primeros cristianos evangélicos a principios de la década de 1920, venidos desde Rubio, donde habían fundado sus primeras congregaciones.
Los primeros misioneros protestantes vinieron a Venezuela desde los Estados Unidos, con la tarea de dar a conocer la religión evangélica.
Las investigaciones hechas por Domingo Irwin, publicadas en el texto "La minoría protestante en el Táchira", indican que llegaron al Táchira en el año 1909, tarea de evangelización emprendida por Pedro Rodríguez, agente viajero de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, quien repartía biblias y propaganda impresa protestante.
Destaca en el libro la importancia de dos periódicos protestantes: La Verdad (1920-1930) y El Porvenir (1930-1936), financiados por la Iglesia matriz, en Norteamérica, como medios impresos para difundir las actividades y captar adeptos.
En 1911, el reverendo T.J. Bach, efectúa un largo recorrido por los estados Táchira, Mérida y Trujillo. Las referencias históricas indican que en el Táchira visita, entre otras zonas, a Rubio, San Cristóbal, Colón, San Antonio, y en Colombia, a Cúcuta.
Fue a mediados de octubre de 1912 cuando el matrimonio Christiansen llega a Rubio, proveniente de Maracaibo, con la estrategia de dar a conocer la religión evangélica. Trabajan en cuatro líneas gruesas: propaganda impresa, edificar capillas, fundar colegios donde estudiaran los hijos de los protestantes y formar líderes religiosos venezolanos, para garantizar la continuidad de su labor religiosa.
En 1913 los esposos Christiansen y la señorita Huldah Magnuson, fundan en Rubio el Colegio Americano, bajo el lema "orden, trabajo y progreso", con un kindergarten, educación primaria y comercial, así como cursos de inglés, en horario diurno y nocturno. Luego cambió de nombre por Colegio Evangélico Americano. En 1918 llegan desde los Estados Unidos más protestantes a trabajar en el colegio, todos predicadores de la Alianza Escandinava Misionera.
Las crónicas indican que los vecinos de Rubio fueron más receptivos con los protestantes que en San Cristóbal. En ambas zonas circulaba el impreso "La Estrella de la Mañana", que era editado en Maracaibo, con temas de la Iglesia evangélica.
Paralelo al funcionamiento del colegio, se concluyó la construcción de una capilla en 1920. Ese mismo año inician la impresión de una hoja informativa: "La Verdad", que circula junto a los periódicos católicos "La Cruz" y "El Guardián Católico", lo que generaba polémica en los escritos.
Para 1921 la acción proselitista protestante se había irradiado desde Rubio y San Cristóbal, con los reverendos E. Batron y Pedro V. Saavedra, hasta Cúcuta, en Colombia; Colón y Guasdualito, en Venezuela.
Según los datos del quinto censo nacional de los Estados Unidos de Venezuela, en 1926 el total de protestantes en el estado Táchira era de 126 personas, 90 varones y 36 hembras. En el país suman 7.321, de los cuales 4.650 son hombres y 2.671 mujeres.
El aspecto más difícil de lograr, por la Alianza Escandinava en Venezuela, fue el formar líderes locales y venezolanos.

Se imprime "El Porvenir"
Para 1931 se imprime la primera edición de "El Porvenir", otro periódico evangélico, que circula hasta mediados de 1936. En sus textos se demuestra cómo, luego de 18 años de labor proselitista en San Cristóbal, Colón, Rubio, había dado frutos en Bramón, Santa Ana y varias poblaciones de Colombia.
En estas ciudades, por ser minoría religiosa con intenciones proselitistas, se veían obligados a mantener una eficiente organización.
Las acciones propagandísticas de los predicadores evangélicos echaron raíces en Venezuela. Su avance fue lento y bastante modesto, pese a la lucha contra las autoridades católicas, que defendieron a la feligresía del proselitismo de los protestantes.
(JLG - Diario La Nación)

Historia eclesiástica de la Villa

Diario La Nación 09-01-2011
Cinco obispos han regentado la Diócesis
 (José Luis Guerrero S.)

Junto con el capitán Juan Maldonado y el grupo de españoles que fundó la villa de San Cristóbal, vino la iglesia Católica en 1561. El templo principal, formó parte de las primeras construcciones trazadas en el papel y levantadas sus paredes con caña brava, más tarde de bahareque, techos de paja y pisos de tierra, espacios que cobijaron a los creyentes en Dios, venidos del viejo continente.
San Cristóbal se impuso como la imagen religiosa, pero por los constantes ataques de los indígenas, los enfrentamientos y las luchas para sobrevivir los nativos e imponerse los segundos, los soldados españoles imploraban a San Sebastián.
Fueron ruegos de defensa al mártir español que murió saeteado, saetas similares a las flechas empleadas por los indígenas en defensa. Su figura se impuso a lo largo de los años como el protector de la Villa.
A mediados de 1563 los padres agustinos, procedentes de Pamplona, llegaron a San Cristóbal y fundaron un convento, donde construyen una capilla, espacios que se convierten en la primera escuela y el primer hospital de caridad, donde funciona actualmente Banfoandes de la 5ta avenida. Los sacerdotes son los primeros educadores y, como lo escribió Villamizar Molina, en el libro "Instantes del Camino", "la vida de San Cristóbal, en gran parte, se enrumba por la acción de estos frailes agustinos".
Son ellos quienes en la última década del siglo XVI, y para la conquista de los indígenas Táribas, llevan la imagen de la señora de la Consolación, la cual es venerada en su tabla original, en la Basílica que lleva su nombre, en Táriba.
Monseñor Raúl Méndez Moncada, quien fue párroco en la iglesia La Ermita, explicó que con el paso de los años, el templo principal, de deficiente construcción, fue tomando forma, especialmente después del terremoto de mayo de 1875, cuando monseñor José Concepción Acevedo echó las bases de la actual iglesia.
Ubicado siempre frente a la plaza y al costado derecho el cementerio, sus sucesores, monseñor Felipe Rincón González -quien fue nombrado Arzobispo de Caracas-, monseñor Acacio Chacón -luego Arzobispo de Mérida-, y los monseñores Primitivo Galaviz, Maximiliano Escalante y Edmundo Vivas, además de profesar la religión entre los fieles, se esforzaron por retocar la iglesia.


Se crea la Diócesis de San Cristóbal
Durante muchos años, San Cristóbal dependió religiosamente de la Arquidiócesis de Mérida. Lazos que se rompen en 1922 cuando es creada la Diócesis de San Cristóbal, con la designación de monseñor San Miguel, como primer obispo de la ciudad. La iglesia fue elevada a catedral.
Para el cuatricentenario de la ciudad de San Cristóbal, en 1961, monseñor Fernández Feo reconstruyó la fachada de la Catedral y es esa la que hoy tenemos.
Con el paso de los años, la fe religiosa se extiende por la Villa. Para 1808, por el camino real que conducía desde la Catedral a la calle 16, el vecino Juan Bautista Carrero, construyó una pequeña capilla donde está la iglesia de La Ermita, fundada en 1853, por monseñor Juan Hilario Bosset. Gracias al aporte de los sacerdotes, su estructura se ha consolidado.
Los padres redentoristas construyeron la iglesia Perpetuo Socorro o El Santuario; los agustinos, levantaron la Iglesia San José, templos y casas parroquiales de hermosas fachadas y amplias estructuras, con torres elevadas y muchos detalles.
Han sido cinco los obispos designados por el Papa a la ciudad. Al morir monseñor San Miguel, asumió monseñor Arias Blanco, luego monseñor Fernández Feo, el tercero es monseñor Marco Tulio Ramírez Roa y el actual, Mario del Valle Moronta.
El crecimiento de la ciudad obliga a las autoridades de la Iglesia católica a fundar capillas e iglesias para dar cabida a los fieles y expandir la fe en Dios.
Las iglesias Coromoto (1942) y El Carmen (1952), fueron fundadas por monseñor Rafael Arias Blanco.
Fue durante el mandato de monseñor Alejandro Fernández Feo, que hubo una notable expansión en la construcción de iglesias y fundación de parroquias religiosas: El Rosario (1957), Santísimo Salvador (1963), Transfiguración del Señor (1976), Santo Domingo de Guzmán (1966), El Buen Pastor (1966), Divino Redentor (1966), Santa Rosa de Lima y San José de Porres (1976), Cristo Rey de Las Lomas (1981).
Es Fernández Feo quien también fundó la Universidad Católica Andrés Bello, a él se le debe la construcción de la sede del Seminario Santo Tomás de Aquino, en Palmira, así como el Palacio Episcopal y la Basílica de Táriba.


Tradiciones y costumbres
A juicio de monseñor Raúl Méndez Moncada, el sancristobalense es una persona muy creyente de los postulados de la Iglesia católica. Celebra y participa con entusiasmo en cada una de las fiestas religiosas, aunque la modernidad lo ha obligado a dejar de lado algunas costumbres.
"Antes era obligatorio que las mujeres cubrieran su cabeza con una mantilla para poder entrar a la Iglesia. Su vestimenta era adecuada al santuario, no como ocurre hoy día, cuando las jóvenes van con sus escotes, faldas altas, y los hombres en bermudas..." dijo.
Hasta 1960, el sacerdote oficiaba la misa de espaldas a los feligreses y en latín. Desde ese año se hace en castellano y mirando de frente a los creyentes, "que es lo más correcto".
Hoy día se mantienen las celebraciones de las misas de aguinaldos, la Navidad, Semana Santa, las fiestas dedicadas a los santos, elaborar el pesebre, cantar villancicos... "Lo que sí se ha perdido es el respeto a lo sagrado, por ejemplo, en los días santos, en mi época, mi mamá hacía hallaquitas de harina de maíz, para comer los jueves y viernes santo... en esas fechas no se podía barrer, ni lavar ropa... era de mucho respeto", expresó.
A su juicio, la tecnología ha permitido que el mensaje de la Iglesia llegue a más personas por medio de la radio y de la televisión, y no importa que se hayan dejado de lado algunas tradiciones.
Durante muchos años los sacerdotes y religiosas han estado al frente de instituciones educativas, ancianatos y centros asistenciales. Dedicada parte de su obra a sanar enfermos, a educar y a formar al hombre.
Han sido 450 años de historia eclesiástica, de profesar la fe y cumplir con los postulados de la Iglesia católica, frente a las iglesias protestantes, que en los últimos cincuenta años han ganado seguidores.