Escrito por Juan Páez Ávila Miércoles, 09 de Marzo de 2011
Formado en un hogar de maestros y periodistas, Ramón J. Velásquez decide ir de San Cristóbal a Caracas a terminar estudios de bachillerato en el liceo Andrés Bello y abrirse camino hacia la universidad, el periodismo, la historia y la política de su tiempo, como queda expresado en una larga conversación que sostiene con los historiadores Catalina Banko y Ramón González Escorihuela, quienes la editan en un libro titulado: “Un país, una vida”.
Viaja con Leonardo Ruiz Pineda, con quien comparte inquietudes intelectuales y políticas y, en cierto modo, se proponen conquistar la capital, no con el fusil y el machete de sus coterráneos Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, sino con la pluma, el talento y la voluntad de formar parte de una nueva generación de jóvenes andinos, además de prepararse y ascender a niveles de profesionales de educación superior y contribuir a cambiar el país semifeudal que los asfixia por una nación moderna y democrática.
Después de un largo y penoso viaje que dura cuatro días en autobús por una carretera de tierra, continuará realizando el periodismo liceísta que había ejercido en el liceo Simón Bolívar de San Cristóbal, participa en reuniones con dirigentes juveniles de la Federación de Estudiantes, ingresa a la Universidad Central de Venezuela y obtiene el título de Abogado de la República y Doctor en Ciencias Políticas y Sociales, para luego asumir el cargo de redactor de temas políticos del diario Últimas Noticias, lo que le permite conocer y analizar el universo político de la era post-gomecista hasta nuestros días.
Testigo como periodista y protagonista como político de la evolución social, económica y política del país, durante más de la segunda mitad del siglo XX, le tocó enfrentar momentos críticos y peligrosos de nuestra accidentada historia, especialmente en la época de la resistencia a la dictadura de Pérez Jiménez. Co-redactor de Libro Negro de la Dictadura, con Simón Alberto Consalvi, José Agustín Catalá, Juan Liscano y Héctor Hurtado fue detenido por segunda vez. Al salir en libertad y conocer del asesinato de su compañero y amigo Leonardo Ruiz Pineda, fue hasta la avenida San Martín a reconocer y despedir al Secretario General de AD en la clandestinidad.
En 1956 lo detuvieron y estuvo preso en la cárcel de Ciudad Bolívar hasta el 23 de enero, cuando cayó el dictador. En libertad fue senador, ministro y Presidente encargado de la República. A los 94 años de edad cuenta: “Una vida, un país”.
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