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domingo, 20 de febrero de 2011

Guerra y botica en San Cristóbal

Temístocles Salazar
La guerra, a pesar de sus efectos destructores, ha traído modernidad en la historia de San Cristóbal. La guerra trajo el caballo, la rueda, el idioma castellano, la religión católica, la pólvora, el traje, el zapato, la escritura, la navidad, la escuela, el hospital, la moneda, la imprenta, el libro, el periódico, y también trajo la farmacia y todo su arsenal de especialidades y medicinas. Con la Guerra Federal (1859-1863) esta realidad se hizo manifiesta, a pesar que el Táchira no se involucró directa y frontalmente en ella; sin embargo, el ejército federal acantonado en San Cristóbal en 1863 fue depositario, practicante y distribuidor de especialidades farmacéuticas que enviaban desde Maracaibo (pertenecíamos entonces al estado Zulia) y las que ordenaban comprar las autoridades locales. Terminada dicha Guerra, San Cristóbal se convirtió en “capital militar”(así lo destacan los membretes de los oficios recibidos por las autoridades de la ciudad) pero también se transformó en capital farmacéutica. Dicho ejército estaba compuesto de 2 capitanes, 4 tenientes, 4 sargentos, 42 tropas, comandado por el Coronel Antonio Zuleta y por el Comandante Jefe J.J. Fuenmayor, con su correspondiente médico de la unidad militar, llamado José C. Camacho, luego vino el galeno G.W.Bluhm y posteriormente el Doctor D. Pisani.

Aquí llegaron o se compraron en Cúcuta un conjunto de especialidades farmacéuticas dignas de recordar, que constituyeron una verdadera botica, muchas de ellas derivadas del opio y hasta llegaron inyectadoras de cristal: purgante de magnesia, manteca de azahares, ipecacuana, éter sulfúrico, tintura de yodo, quinina, copal, inyecciones de plata, alcanfor, ungüento mercurial con belladona, linimento eterizado con opio, mistura muriática con goma, vomitivos, píldora de opio, píldoras de calomel, píldoras de ipecacuana, sanguijuelas, laudano, linimento alcanforado, cerato y plomo, ácido tartárico, botellas de agua mineral, botellas de agua “Bañares”, ungüento napolitano, ioduro de potasio, “pomada opiadae”, “linimento laudanisado”, ácido sulfúrico, acetato de plomo, éter nítrico, citrato de magnesio, nitrato de plata, botellas con poción de copal, entre otros productos farmacéuticos, modernos hace 150 años y muchos de ellos utilizados hoy en día, como ayer se practicaban en la población de San Cristóbal, que llegó a convertirse en una de las ciudades mejor atendidas con medicamentos en el país durante el siglo XIX. El café permitía adquirir estos productos farmacéuticos para beneficio de las tropas y de muchos habitantes de la Villa.

En la celebración de los 450 años de la fundación de San Cristóbal, las farmacias o las boticas no pueden ser olvidadas, ellas impulsaron el progreso de la ciudad al igual que la guerra.

Diario La Nación Edición Digital 04/01/2011

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