Escrito por Deysi Yasmin Bonilla/DLA Táchira 31 de marzo de 2009
La ciudad de antaño se rememora en diferentes generaciones. No hay diferencia si se es joven o mayor, o si se está doblando la esquina, las ópticas están dirigidas a la San Cristóbal de ayer. Aquélla que con esfuerzo evocamos al hacer un paréntesis en la cotidiana y acelerada vida de ciudad capital de hoy.
Versos, poemas, relatos, escritos o dichos, nos enlazan con un pasado: con el sentirse sancristobalense, hasta sin serlo. Una villa que se ganó el respeto, y concentró a sus alrededores la cultura tachirense, que hincha de orgullo al habitante, y al que se le revienta el hígado también cuando se le maltrata.
Aquella ciudad que sin saber se pierde de la memoria colectiva, también aquélla que se resiste a dejarse olvidar. Aquélla que ha sembrado hijos ilustres en su seno, y es testigo presencial de hechos trascendentales. En cada rincón de San Cristóbal, está el ciudadano que con gracia, trabajo, estudio, devoción y firmeza, proyecta lo que se es: una tierra de gente cordial.
El privilegio de deleitarla
Caminar por sus calles... las de los siglos atrás... la de las décadas anteriores... la de los años transcurridos..., es un privilegio. Recostarse en el árbol frondoso, sentarse en la banca frente a la estatua y mirar hacia uno de los iconos, es una rutina que pocos conservan.
Transitamos por una historia que poco a poco se diluye, de la que poco a poco se aleja el frío de la mañana; el olor de la comida de fogón casero, hecha con receta tradicional; el trabajo arduo; y por qué no decirlo, el gusto por la retreta del domingo en la plaza.
Asimismo, están los personajes típicos, aquellos que descienden de la galería del terminal principal de pasajeros, y cobran vida. Muela e' gallo, la Reina Bolivariana , María Bonita, Pedro Chapuza, Tránsito.... paseando por las calles de la ciudad cumpleañera, haciendo lo que solían hacer para ganarse el aprecio, la burla, la gracia, la moneda o el maltrato de los habitantes de la Villa de Maldonado.
¿Qué recuerda de la ciudad de San Cristóbal de antaño?
Gabriel Carvajal - Profesor jubilado
De San Cristóbal cuando niño y adolescente recuerdo las famosas retretas populares en la Plaza Bolívar , a cargo de la Banda del Estado de esa época, que luego pasó a llamarse Banda Sinfónica del estado Táchira. Los muchachos asistíamos los domingos y la seguridad era una de las cosas maravillosas, de la carrera 13 con calle 15 regresábamos hasta la plaza Bolívar a las 9pm sin peligro y con toda confianza.
Miguel Ángel Bustamante - Militar retirado
San Cristóbal era una ciudad pequeña con muy pocos vehículos a motor, circulaban muchas bestias cargando mercancía para vender en el Mercado Cubierto y en la plaza frente a la iglesia del Santuario. El Salón de Lectura, El Palacio de los Leones, la emisora del Táchira de Don Jesús Díaz González. La Plaza Mayor , plaza Páez o El Pantano, hoy plaza Bolívar; plaza La Ermita , hoy plaza Páez; plaza El Cambural, hoy plaza Rafael Urdaneta, entre otras.
Elías Omaña - Celador del Ateneo
El personal típico. María Bonita, María La Novia , llegaba vestida de novia y le decía a los caballeros "me voy a casar contigo", ella tenía la ilusión del matrimonio. Media Vuelta, es otro en la esquina se podía hablar del gobierno de turno, de Gómez; Fiscal de Tránsito, mandaba a parar los carros y le tocaba pito para que se fuera y la gente se iba; Muela e' gallo, era el depositario de los comerciantes, quienes le daban a cambio comida, dinero y vestido.
Freddy Ñáñez ("Chucho") - Poeta
Los solares, que eran quizás para mí lo que era toda la ciudad, porque con ellos se iba de casa en casa. De la casa de los amigos a la casa de los abuelos o a la casa de los primos, y eran los lugares que uno se encontraba para jugar y fabricar su mundo imaginario. Los solares que tenían no sé cuántos metros, ya que uno cuando niño ve las cosas más grandes, pero sí solares inmensos llenos de árboles de mango y aguacates, donde uno se perdía y reconstruía la selva perdida.
Pedro Mora - Agricultor
Hace 50 años trabajaba con un autobús cargando a la gente que venía de Pregonero, en ese tiempo venían a ver a la ciudad de la que decían que era un pueblo muy bonito y los que podían venían a verla. Las personas eran montunas y casi no hablaban en el camino. Todo era barato en el mercado cubierto y todo el mundo trabajaba. También se parrandeaba en los bares con la rocola de mano y la vitrola.
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