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miércoles, 23 de febrero de 2011

CARLOS RANGEL GARBIRAS

La llama en el corazón
Por: Elkin Calle
(Revista Cordialidad Año12 Nº11 enero de 2004)
Un hombre capaz, como dijera Vargas Vila el de Aura o las violetas, el mismo de la desgarrada prosa de Ibis, de ejercer dominio de líder por algo tan poco común en estos tiempos: «por el valor civil, por la grandeza de su carácter, por la nobleza infinita de su alma y por la magnanimidad de su corazón ... »; así era don Carlos Rangel Garbiras, médico por decisión propia, General y político por el caudal de glorias y heroísmos que le corría, desbocado, por las venas, legado directo de su abuelo, el coronel Antonio Rangel, valeroso patriota que luchó al Iado del Libertador en la «jornada inmortal de Carabobo».
Había nacido este gran venezolano -hombre de mirada serena y negra barba en el rostro erguido, que es como debe estar el rostro de quien mira siempre al horizonte de la vida en el año 1854 y en la Hacienda Paramillo del estado Táchira, lugar donde tenían su hogar el señor Carlos Rangel Pacheco y la señora Dolores Garbiras.
Adquirió sus primeros conocimientos en colegios de Mérida y Táchira y posteriormente marchó a Caracas a estudiar medicina en la Universidad Central, actividad que abandonó para encargarse de una curul de Diputado en el Congreso, teniendo, en el ejercicio de esta actividad política, la oportunidad de sancionar lo antipatriótico -porque así lo consideró- al objetar una acción encaminada a poner mano particular sobre los sagrados intereses del país. Rangel Garbiras combatió con esfuerzo y lucidez de verbo y acción el interés desmedido del pretencioso legislador y, aunque no obtuvo éxito en su férrea oposición, de su insobornable actitud supo la nación entera y ya no pudo sino crecer la figura incorruptible del hombre honesto que, «como un astro que aparece en el horizonte», iniciaba el sobrio vuelo de su carrera política.
Fija, para 1878, residencia en París, donde arriba interesado en continuar estudios superiores. Recibe lecciones de medicina; carrera que finaliza con lucimiento al cabo de cuatro años de dedicación y esfuerzo.
Para entonces, otra de las cruentas luchas que sufrió esta nación en el curso del siglo XIX iba en marcha haciendo correr, en ríos incontenibles, la sangre de los venezolanos: la Revolución Reivindicadora, que así era llamada, la misma que puso en el poder nuevamente a Guzmán Blanco, ahora en el papel de dictador.
Rangel Garbiras retorna al Táchira en 1883, año que significó el inicio de dos lustras de tormentosa existencia para los andinos. Pero como ante el conflicto los hombres que van de pecho hacia la historia no retroceden, y este era el caso de Garbiras, asume, pues le corresponde como líder popular que era y como hombre de bien y de principios, un papel activo en aquellos tiempos de luchas y cambios sociales que fueron los últimos años del siglo.
Con arrojo, como un hidalgo en defensa de su ideario, montó definitivamente en el potro de la historia, y ya fuera desde la actividad política, la labor periodística, o los campos de batalla cuando así fue necesario, lanzó la llama incandescente de la razón contra el vergonzante discurso de sus opositores. Y vio el triunfo porque el pueblo vio la buena lid de sus acciones. Y como entendieran que «ninguno más a propósito que él en aquellos momentos críticos para servir de lazo de unión entre los hombres de buena voluntad... » fue designado por el Gobierno de la República Presidente Constitucional del Gran Estado de Los Andes.
Joven de cuerpo y alma, «con el cerebro repleto de ideas y pensamientos elevados ... », como de él dijera Ángel Carnevali, Garbiras muy seguramente tendría cómo hacer un buen gobierno para Los Andes; y efectivamente estos Andes así recuerdan la administración de un hombre que propuso un «gobierno eminente· mente popular, honrado y justiciero, para el cual no podía haber[ ... ] sino ciudadanos absolutamente iguales en derechos, deberes y responsabilidades ... », de un hombre que «aplacó el incendio fratricida, desterró sus causas y restableció el imperio de la moral y de la efectividad de las leyes, sin otras armas que la prudencia, la reconciliación y la templanza en los medios; sin persecuciones, sin sangre ni medidas extremas ... »
Liberal por formación, no se permitió jamás el menor cortejo con la inmoderación ideológica y con los radicalismos propios del partidismo político, como no aceptó tampoco los principios autoritarios y restrictivos del conservatismo opositor.
Era amigo en el más puro estilo martiano. Cultivaba la amistad con esmero. Transparente, daba de sí lo que en el pecho tenía. «De sus amigos íntimos y buenos, no era amigo sino hermano... ». Pagaba afecto con afecto y creía, como el amoroso Martí de los cubanos, que siendo tierno construiría la ternura con que sería retribuido el día de mañana.
En 1890 es elegido Presidente del Senado. Es Ministro Plenipotenciario de Venezuela en España hasta 1891. Seguidor de Andueza Palacio, se opone a Joaquín Crespo que pretende alzarse en armas en «nombre de la legalidad». Senador Principal por el Gran Estado de Los Andes (1892), se levanta en armas en el Táchira en favor del gobierno anduecista y pese al éxito alcanzado tanto por él como por su subalterno, el general Cipriano Castro, el movimiento fracasa. Capturado por Crespo sufre, entre 1893 y 1895, las vejaciones y miserias del presidio impuesto por sus enemigos. Busca la ruta del exilio y se establece en la ciudad de Cúcuta (Colombia) desde donde promueve varias incursiones armadas a territorio tachirense entre 1895 y 1898, todas sin éxito.
Por entonces Castro organiza y conduce hasta sus últimas consecuencias la Revolución Restauradora, que depone al presidente Ignacio Andrade. El gobierno colombiano apoya una serie de incursiones armadas a territorio venezolano, entre ellas la encabezada por el general Rangel Garbiras, quien al mando de un ejército de 5.000 colombianos invade el Táchira el 25 de julio de 1901. El ejército invasor es vencido y Rangel Garbiras regresa a Colombia para reintentar, sin éxito, dos nuevas invasiones en febrero y noviembre de 1902.
Tras la caída de Cipriano Castro, en 1908, entra el general y doctor Carlos Rangel Garbiras a formar parte, como miembro principal, del Consejo de Gobierno creado por el nuevo presidente Juan Vicente Gómez (1909), labor en la que permanece hasta que, finalmente, la muerte le alcanza en la ciudad de Caracas el 23 de abril de 1910. [EJCC/1995]
CITAS: Las citas textuales incluidas en el presente trabajo -exceptuando la que corresponde a J,M.Vargas Vila- pertenecen al señor Ángel Carnevali Monreal, y fueron en su total extraídas de dos ensayos suyos firmados y publicados en esta ciudad de San Cristóbal en los años 1887 y 1890, respectivamente.
BIBLlOGRAFIA: [1] ARAUJO, JESUS. "Los ANDES DURANTE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX», CARACAS, 1984. [2] ARRAIZ, ANTONIO. "Los DíAS DE LA IRA», (LAS GUERRAS CIVILES EN VENEZUELA: 1830-1903). VADEL HERMANOS EDITORES, VALENCIA, VENEZUELA. 1991. [3] SALAZAR MARTINEZ, FRANCISCO. "TIEMPO DE COMPADRES», CARACAS, 1977. [3] VARGAS v., JOSÉ MARíA; CARNEVALI MONREAL, ANGEL; URBANEJA, ALEJANDRO y RONDON MARQUEZ, R.A. "CARLOS RANGEL GARBIRAS». CUATRO ENSAYOS (SIN FECHA DE PUBLICACIÓN).

1 comentario:

  1. Carlos Villalobos Leòn10 de junio de 2015, 15:11

    Acerca de la gestiòn pùblica C.Rangel Garbiras como Presidente del Estado Los Andes 1888-89 (capital Mèrida) aun hay mucha historia documental que investigar en la ciudad serrana; especialmente en el Archivo General del Estado (Av. 3 c/c34). Debe aclararse que fue electo para un bienio por la Legislatura del Estado en Dic. 1887. Fue un escaso ejemplo de gobernante civil supeditado a las decisiones militares del Gral Juan Bta. Araujo, Comandante de Armas del Estado designado por el Pdte. Guzmàn Blanco en 1886 (acuartelado en Jajò-Trujillo), mediante acuerdo entre liberales y conservadores. Su bienio fue de modernizaciòn de la gestiòn pùblica pero de poca modernizaciòn fìsica dadas las limitaciones del erario pùblico. Carlos Villalobos Leòn, ULA-Mèrida, 2015.

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