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jueves, 17 de febrero de 2011

Plaza De La Ermita

El nombre de Plaza de La Ermita, centro y nervio  del barrio del mismo nombre que abarca una gran  porción de la ciudad. Hace muchos años se realizaban en esta plaza las corridas de toros del mes de enero. Después nos servía de plaza de deportes a los muchachos y de potrero a las bestias realengas. Por 1936 se hermoseó aquel lugar y con el asfalto de la pródiga mina de La Copé, se Ie fabricaron sus andenes y avenidas y es hoy una de las más bellas de la urbe sancristobalense.
En esta plaza se realizan parte de los festejos de aguinaldos de la Parroquia de San Juan Bautista, cuyo templo queda al frente; y allí fue donde debutó la célebre Banda Infantil, fundada por el inolvidable Padre Maldonado. Al lado de la iglesia está la sencilla pero espaciosa y acogedora casa del Padre Maldonado, cuyas puertas estuvieron siempre abiertas para ricos y pobres.
Hace algunos años, la mayoría de las casas que rodean a la plaza eran de "corredor". Es decir, tenían un corredor hacia la calle que se utilizaba para sentarse a coger el fresco y para tertulias entre amigos, pero un gobernante tuvo la infeliz idea de hacerlos quitar porque, según afirmaba, afeaban  la calle. La Cabaña, la casa de Bretón, el de La Bota Negra, la casa de don Antonio Merchán, la de Pedro Reina, la de don Luis Colmenares y otras más eran de corredor. Hoy, en obsequio a la estética de aquel gobernante, están lisas y uniformes.
La Plaza de La Ermita tiene muchos recuerdos para quienes disfrutamos en nuestra niñez de su verde grama para jugar y aprendimos las primeras lecciones de baseball en su diamante rojizo; para quienes toreamos el toro de candela y ofrendamos nuestra humilde pero alegre música ante el pesebre del Niño Dios, por muchos años, y para todos los que guardamos hondas y gratas impresiones de aquella muchachada bulliciosa, limpia de toda malicia y generosa con quienes nos reuníamos para nuestros inocentes juegos, echarnos nuestros cuentos infantiles y comernos nuestro dulce de a cobre en La Cabaña o en la tienda de Felipita.  Pag. 26/28 (Amado A, Así era la vida en San Cristóbal)

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